Matas… y los demás

Como ya no ponen ninguna teleserie que me guste, estos días le estoy echando unos cuantos minutos tontos al juicio a Jaume Matas. Ex President balear y exministro de Aznar, ahí es nada, o sea, prácticamente todo, una prueba de cargo casi tan definitoria como las escobillas de baño de trescientos y pico euros que gastaba el gachó en su palacete de marajá provinciano. Este era de los que apenas anteayer nos daba lecciones de ética, señorío y buenos modales en la mesa, junto a otros con idéntico bronceado de solarium y parecidos Rolex en la muñeca. Lo mismo te metían en una guerra por sus bemoles que te cerraban un periódico o escupían con desdén sobre lo que habías votado.
Bastantes de esos individuos que ahora presiden bancos, apoyan el culo en sillas millonarias de pomposos consejos de administración o vuelven a sujetar una cartera de cuero noble tenían boletos y bibliografía presentada para haber acabado como Matas. Pero fueron menos tontos, tuvieron más suerte o las dos cosas a la vez. A alguien le tenía que salir la pajita más corta, y resultó que se la llevó el pardillo que peor supo disimular su paleta avaricia, que además era el maillot amarillo de la chapuza en sus trapicheos. No vale cualquiera para robar a mano desarmada.
De las penas que le van a caer por su torpe codicia, la menos dolorosa será la que le impongan los jueces. Media docena de años en la trena pueden ser hasta un regalo, teniendo en cuenta las fechorías y su pésima factura. Más jodido será sobrellevar el despiadado abandono de sus antiguos compañeros de pádel y canapés de caviar. Qué tiempos, cuando el hoy inquilino de Moncloa, Mariano Rajoy, decía: “Jaume Matas es un amigo. Tiene personalidad, coraje, determinación y valentía”. O cuando profería lo que en este minuto suena a amenaza: “Vamos a intentar hacer en España lo que Jaume y todos vosotros hicisteis en Baleares”. Triste sino, el de los apestados.

Un comentario en «Matas… y los demás»

  1. Redonda (la columna, digo).
    ¿Y a que altura quedan los insignificantes que votan a los imbéciles?¿ O esos no son culpables (también) del «hurto y la arrogancia» que les representa?
    ¿No es su dinero el que roban?
    Me falta ese juez que condene a aquellos, que con la libertad de la arrogancia y el estúpido convencimiento de la continuidad política y social, les denuncie como insolventes intelectuales para ejercer su derecho al voto.
    No que no puedan ejercer el derecho, pero si que quede legalmente reconocido el cohecho con la improcedente actuación del acusado.
    Vamos que quien los pone también tendrá algo de culpa en el delito. Aunque solo sea nombrarlo en la resolución.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *