Diálogo, cuánto podría decir y, al mismo tiempo, que palabra tan vacía. Que tire la primera piedra quien no lo haya invocado en vano. Hablemos, sí. Pero de lo que yo quiero y con mis límites. Si no tragas, diré que no te avienes a dialogar.
Diálogo. Se lo ofrece ahora Rajoy a Catalunya. Menos da una piedra, ¿verdad? La costumbre era amenazar con el 155, o sea, con los tanques. Y se acompañaba la perorata con una nutrida ristra de insultos: insolidarios, egoístas, rompepatrias, mangantes, puñeteros catalufos, vais a disputar la liga con el Gramenet. Apreciemos el cambio en el tono. Sin engañarnos, claro. Sabemos que el terciopelo es estrategia. También que las invectivas que no suelta el Gobierno como tal las espolvorean otros portavoces oficiosos. El juego del poli bueno y el poli malo. Poli al fin y al cabo.
Diálogo. Demasiado tarde. Qué diferentes habrían sido algunas cosas si la oferta hubiera llegado antes. Cuando todavía no se habían colmado las paciencias. Cuando las vías intermedias tenían su predicamento y se veían como salidas dignas. Cuando la paz se cotizaba en un Ave María y media docena de concesiones más que razonables. Sí, incluso insuficientes. De hecho, hay quien piensa que no hay mal que por bien no venga. A fuerza de cerrazón, desprecio y ninguneo, a muchos se les han abierto los ojos y se les ha desperezado la conciencia. Gracias, amor, por tu imbécil comportamiento, escribió la Gloria Fuertes que no era para niños.
Diálogo. Con la Constitución española como tope, faltaría más. Cara gano yo, cruz pierdes tú. Así es el juego en este casino. Se toma o se toma. Luego se sorprenden los tahúres al comprobar que a dos terceras partes de un pueblo se le han hinchado las narices. Caray con las mosquitas muertas, que ya no se conforman con un tren, la vista gorda ante el tres por ciento ni la promesa eterna de colocar a Durán de ministro en Madrid. Ya no quieren dialogar.
Y Urkullu empeñado en «pactos plurales y entre diferentes»,»amplios acuerdos en el parlamento» y todo esto «pactado con España» para lo del «nuevo estatus» teniendo enfrente a López,a la Quiroga y a todos,todos, los poderes del estado Español:»para dividir a la ciudadanía que no cuenten con nosotros».Pues eso,que si Urkullu fuera,de verdad,realista,se dedicaría 90% a la economía y 10% a perder el tiempo con lo de la «paz y la convivencia», y lo del «nuevo estatus» ni mentarlo,que ya vendrán tiempos mejores.O eso o abstenerse de otorgar de partida el mango de la sartén y el derecho de veto al nacionalismo Español PPSE y una vez de encaminarse al fiasco o a la chapuza hacerlo,al menos, con dignidad.En estos momentos me inclinaría,sin duda,por la primera opción,a no ser que Garitano o Pernando tengan una idea mejor,y más realista,y nos la cuenten.
Para los «demócratas» del PPSE lo mejor,lo único bueno, para todos nosotros es seguir siendo Españoles y a poder ser,buenos Españoles,como ellos.Todo lo que supere si quiera un milímetro esto es «dividir a la ciudadanía».
El nacionalismo Español es cojonudo,si aspiro a que cada cual elija su/s identidad/es nacional/es «divido»,los que me obligan a ser lo que no siento nos «unen».El Franquismo sociológico abunda y vive,y mucho más cerca de lo que pensamos.