Mírenla, ahí va, la mayoría que muchos llaman silenciosa y a este servidor le resulta, sin embargo, bulliciosa. Como los cometas y los eclipses en jornadas de cielo raso, es en estos días de villancicos y lucecitas urbanas lisérgicas cuando mejor se deja ver. Por supuesto, en tropel, en manada, en masa compacta, ocupando la calle, que para eso es suya, aunque a veces la presta para otros propósitos. Ya quisieran nueve de cada diez manifestaciones antiloquesea disfrutar de la misma afluencia que estas apabullantes procesiones por los lugares santos y profanos del consumismo. Qué dilema, oigan: ¿Consumir es una prueba de alienación y sometimiento o el estímulo indispensable para que despierte la economía de su letargo y eche a andar la locomotora? Supongo que la respuesta es diferente dependiendo del rato en que te pillen, si Visa en mano o tecleando con furia contra el sistema en ese smartphone carísimo que tanto y con tan mala hostia suelo citar. No saben lo que me reí el otro día en un foro de bienpensantes que debatían, con enorme conocimiento de causa, sobre los diferentes modelos de ordenadores de una marca a la que en público —y con razón, diría yo— satanizan.
No, no me desviaba del asunto. La pésima noticia es que hay muy poca escapatoria. Esos ciudadanos tan exquisitos, lo mismo que aquí el que suscribe y, sin ánimo de ofenderles, muchos de los que pasan sus ojos por estas líneas, formamos parte del rebaño. Conozco a tres o cuatro, de esos que entrevistan Roge Blasco o Iñaki Makazaga, que se han escapado echándose una mochila a la chepa y poniendo una pila de kilómetros de por medio. El resto, con resignación, disgusto o, por qué no, placer, integramos alguna de las centurias de la gran legión social. Si logran sobreponerse a la depresión de asumirlo, obtendrán un valioso diagnóstico que incluye la explicación sobre por qué pasa lo que pasa y, ¡ay!, por qué seguirá pasando.
Antes compraba y pensaba que era lo mejor de lo peor para hacer marchar la economía.He llegado a la conclusión, que hacer marchar esa «economía» y estos paises nuestros…es lo peor de lo peor.
Pasé el otro día por la mayor juguetería de mayores que hay en la Gran Vía, la Más grande de europa, dicen, ¿y qué?…
Sigo con mi móvil, de más de 8 años, y pa que más?.
Esa familia intoxicada en Alcala de Guadaira (y que está celebrando la navidad en el más allá,) ,me traspasa de arriba abajo, y de adelente para atrás.
!qué asco de capitalismo, de gobierno, de votantes!
Pero me gusta la navidad, me gustan mis recuerdos de infancia, y los de mi hijo…lo demás, que pase rápido.
Eskerrik asko por la cita, Javi. Y qué difícil el equilibrio por mantener la mochila al hombro y no meter en ella la Visa. Seguiremos entrevistando con orgullo a esa minoría cada vez más necesaria. Abrazo!