Quizá se estén imprimiendo las esquelas del PSOE con demasiada premura. Lo anoto siendo uno de los que al ver la orina del enfermo no da un duro por su recuperación. En efecto, todo parece apuntar al fatal desenlace o, en el mejor de los casos, a quedar reducido al mismo estado vegetativo de su primo griego, el PASOK, que gobernaba hace dos años y hoy boquea patéticamente como quinta o sexta fuerza en el erial heleno. Si añadimos la querencia demostrada por el tiro en el pie, el cainismo inveterado, la irrupción de la supernova zurda que amenaza parte de su cuota de mercado y este contexto cabrón que le obliga a seguir pagando los plazos de la hipoteca borbónica que firmó hace cuatro décadas, se concluiría que no hay escapatoria. El destino que aguardaría a Madina o Sánchez sería apagar la luz y echar la persiana.
Ocurre, de un lado, que en política lo más previsible rara vez se cumple, y de otro, que el partido que fundó Pablo Iglesias Possé el 2 de mayo de 1879 tiene una larguísima colección de resurrecciones milagrosas. Diría, incluso, que como la de algunas otras siglas centenarias, su esencia ha sido el filo de la navaja. Ni siquiera hay que remontarse a los tiempos en que prietistas y largocaballeristas se hostiaban a modo en las Casas del Pueblo ni a los días en que el imberbe Carrillo y otros más talluditos la liaron parda. De apenas anteayer es el todo o nada de Suresnes, la espantá con posterior vuelta in extremis de Felipe en el XXVIII Congreso o, la muerte aplazada más reciente, la elección de un sobrero sin pedrigrí —Zapatero— que acabó pisando Moncloa cuatro años después. Nada está escrito.
Mirando atrás sobre la trayectoria de este partido surgen cada vez más interrogantes, que confieso pueden ser por miopía del que escribe esto, pero, en definitiva, no me cuadra:
-Un partido clandestino en el 75 absolutamente minoritario, sin actividad en el antifranquismo, sin apenas financiación se convierte en las primeras elecciones en la segunda fuerza política, y oposición en teoría furibunda del nuevo régimen, eso sí, responsable y con conciencia «de estado».
– Cuando en 1982 consigue la mayoría absoluta, pudiendo dar un giro al engendro para salir del paso que es la Constitución, no promueve la reforma ni de una línea de la ley fundamental, ni tampoco aprovecha para desarrollar sus principios ideológicos de cacareado republicanismo.
– desde el 2004 en que consigue auparse al poder no controla ni el globo que se está produciendo (que aunque no se viera, las medidas económicas venían del aznarismo y gente como Mafo podría haberlas atajado preocupándose de algo más que la reforma laboral)
– En el tema catalán ni se mueve y se carga el partido en Cataluña.
– En la C.A.V. y en Navarra es absolutamente colaborador del PP pese a su propia hemorragia de legitimidad.
Esto, ¿por qué? ¿Es normal? Me resisto a creer que no estén cumpliendo un plan de diseño espurio que no sabemos. ¿Quienes le marcan el camino?¿Los del otro lado de la puerta giratoria? ¿Los del otro lado del Atlantico? ¿Ambos dos? ¿Los sobre-cogedores tienen ciertas carpetas facilitadas por los sobre-dadores con información huevocogedora?
¿Algún día lo sabremos?