Uno de los grandes caballos de batalla en la bronca/debate sobre Kutxabank —como lo fue en la saga fuga de la CAN— es la obra social. Cuando los promotores de la conversión de las cajas en fundaciones bancarias nos cuentan las bondades de su modelo, remarcan con fosforito que por ese lado no hay nada que temer y nos silabean que, de hecho, lo que se ha pretendido con la discutida fórmula es poner a salvo ese capítulo. Desde enfrente, los que claman contra lo que califican como privatización sitúan en la cúspide de los males del proceso emprendido la pérdida de esas cantidades destinadas al bien común. Unos y otros parecen tener claro que para la defensa de su postura o, lo que es lo mismo, para la venta de su mercancía dialéctica y la consiguiente suma de adhesiones de entre el común, es imprescindible que hagan bandera de la obra social.
Sabiendo que rozo el tabú, me atrevo a pedirles que reflexionen un par de segundos en el concepto. ¿No les suena, aunque sea solo un poquito, a eufemismo para decir beneficencia? ¿No le ven ese toque del capitalismo paternalista de los economatos y el paquete de navidad que dejaba claro quién estaba en condiciones de dar y quién en condiciones de recibir con gratitud? Si bucean en el origen histórico de las entidades, verán que hay bastante de eso. Y si repasan los fines a que se dedican esos pellizquitos del negocio de prestar con interés —¿o estamos hablando de otra cosa?—, comprobarán que se trata de asuntos que deberían estar cubiertos por lo público. Me refiero a lo genuinamente público, o sea, a lo que sale directamente de los impuestos. Ahí lo dejo.
Pues sí, tienes toda la razón y lo que es más triste es que parece que tenemos que «mendigar» dicha obra social. Un ejemplo, los famosos hogares de los jubilados quieren ser cedidos a los ayuntamientos correspondientes para que estos asuman su gestión y esto sería lo más lógico pero entonces cuál sería la obra social de las cajas ? Porque a mí particularmente montar casetas para las ferias agrícolas u organizar herri kirolak no tiene mucho de obra social, ayuda sin duda al entorno rural pero no sería mejor facilitar créditos blandos y accesibles al agro vasco ? , porque no nos engañemos , que las cajas te concedan un crédito hoy en día para tu pyme o pequeño negocio es más difícil que gane el Athletic una liga.
Egun on
Hay veces en las que analizar los pormenores de algo sólo sirve para aquéllos que viven del análisis sesudo o del verbo profuso, aturdidor, porque para el resto de los mortales no supone sino incursionar en un laberinto gigantesco y sin salida.
Yo -que pertenezco al resto de los mortales, y un poco tarugo- empleo en estos casos la Ley del Membrillo (antaño «Cui Bono»), Ley que en el caso concreto la empleo de la siguiente manera.
-A ver, princeso, ¿de qué va esto?: «Va de que fondos buitres, y particulares no menos buitres quieren quedarse con las plusvalías que genere la tela de los ahorristas en todos los ámbitos de la economía real y ficticia».
-Okey, tío. Y en esa tesitura ¿tú crees que esas alimañas van a permitir que parte de las plusvalías se destinen a ancianitos, enfermitos, comedores sociales, colonias vacacionales, asistencia a discapacitados… etc?: «No»
-Pues eso.
Pues eso.
Nosotros entendemos que el gran caballo de batalla del debate de Kutxabank es claramente el control. Unos apuestan por buscar un modelo parecido al que hasta hace unos días existia en las cajas de ahorro y que según nuestra opinión no ha funcionado tan bien como deseariamos tanto para la gestión como posteriormente para el reparto de la obra social.
La otra parte, ha apostado por otro control que lo ha denominado «control vasco», bonito en el nombre, sin contenido en la práctica. Lo que realmente han realizado es un blindaje de la composición de la directiva actual tanto de Kutxabank como de los lideres de varios partidos. Se han quitado de encima esas asambleas que ejercian el control (no tan eficientemente como desearamos) y se han perpetuado al elegir 12 patronos perpetuos (que elegiran ellos mismos sus sucesores en el futuro). Denominan control vasco ya el patronato quedara bajo control del Gobierno Vasco (por ahora ya que la ley de solvencia ha metido una enmienda que si Kutxabank crece pasara bajo control del Gobierno Español), pero en realidad ha quedado en manos de unos pocos vascos.
Estos patronos elegiran como gestionar la obra social, y a nuestro entender el funcionamiento si ya es criticable, a tu parecer, el actual, en el futuro se diluira a un dinero para promoción y limpiar la imagen de la entidad financiera. Como hacen fundaciones como Santander y BBVA. Continuando la deriva y perdiendo absolutamente la verdadera razón de su fundación.
A nadie se le escapa que con la privatización la obra social tiende a desaparecer por una cuestión de pura lógica, los accionistas no son una ONG. Por otra parte bien es cierto que el sentido de «Obra Social» es más una aplicación de beneficios no distribuidos con unos criterios particulares de los gestores de las Cajas y con un criterio más de otras épocas que de la actual, aunque todo sea bueno para el convento, pero el resultado final es siempre el mismo se llame Obra Social o Beneficiencia. Muchos ciudadanos todavía mantenemos cuentas de ahorro en las cajas vascas aunque no tengan retribución de ningún tipo por su implicación en la economía local, desde inversiones en empresas hasta patrocinios de pruebas deportivas o ferias agrícolas. Ahora estamos viendo que alguien ? Decide que Kutxabank debe hacerse cargo de Cajasur (que se nos ha perdido en Córdoba ?) o que hay que vender Euskaltel o Ibermatica y que dicen que debe entrar capital privado (sic) y claro da la impresión que nos han robado la Caja de toda la vida nacidas de las instituciones municipales y forales y nutridas del ahorro y el esfuerzo de todos los ciudadanos.