A lo de Grecia se le llama hacer un pan con unas hostias. Y eso, en la versión suave. Hace solo una semana, ¡una!, el pueblo soberano y cabreado expelió un no como la catedral ortodoxa de Atenas. Más de veinte puntos por encima del sí. Puesto que nadie tenía demasiado claro sobre qué se votaba, se llegó a la interpretación más o menos compartida de que la ciudadanía griega le había hecho un inmenso corte de mangas a los que nombramos como acreedores. Se sobreentendía, y como tal se celebró en la Plaza Syntagma original y en las mil réplicas progresís allende las tierras helenas, que el primer ministro y proponente en jefe de la negativa, Alexis Tsipras, quedaba facultado para llevarla ante los eurotacañones a ver qué se les ocurría.
Pues hete aquí que a los mentados se les ocurrió, de buenas a primeras, endurecer la propuesta original que condujo a la convocatoria del plebiscito. Eso fue tal que el jueves de la semana pasada, y Tsipras, glu, glu, glu, tragó. Pero no acabó ahí la cosa. En las reuniones del sábado y el domingo en que debía firmarse el acuerdo que ya los poderosos mercados habían amortizado, Alemania y otro puñado nutrido de estados decidieron tomarse venganza de la ofensa que supuso la consulta. Por sus bemoles, recrudecieron sádicamente las condiciones y plantearon la disyuntiva final: o bajar la cabeza o fuera del euro.
A estas horas, ya saben cómo acabó la extorsión. Con su no gigante bajo el sobaco, Tsipras dijo sí. A la fuerza, literalmente, ahorcan. Llevo un buen rato frente al teclado preguntándome si Grecia sigue siendo, como proclaman más de tres, el modelo a seguir
Pues creo que no. No es un modelo a seguir.
Pero es una constatación de lo que hoy en día es la Unión Europea: Un conjunto de gobiernos vasallos de las grandes corporaciones armamentísticas, energéticas y financieras, que, asociados, hacen el trabajo que estas últimas les encargan. No importa el pueblo, no importan las urnas, no importa la política, salvo que ésta sea adelgazar el estado, eliminar el estado del bienestar que «libró» a Europa del Comunismo y que ya no hace falta.
Tsiripas no ha podido hacer más que lo que ha hecho. Tsiripas no tenía legalmente que convocar referéndum. ¿Para qué lo hizo?: Creo que para constatar la calaña que existe en la Unión Europea. ¿O es que las propuestas incluyen algún plan de inversiones, de rehabilitación de la economía y empleo de Grecia, de reforma de estructuras productivas, de crecimiento y desarrollo?. No.
Pues hace 70 años, el Plan Marshall, de la que Alemania era beneficiaria, era precisamente eso, e incluía una quita de deuda del 60 %. Y el beneficiario no era miembro de una Unión, como ahora, Era el enemigo, y se le rehabilitó. Alemania no había mentido como hizo Grecia. Alemania se cepilló a 20 millones de personas.