Grecia celebra elecciones el domingo que viene. ¿Quién lo diría, eh? Hay que buscar con lupa y paciencia los sueltillos que le dedicamos los medios a la cosa. Qué diferencia, oigan, con la tabarra inmisericorde que acompañó al (inútil) referéndum de julio o, mismamente, a los comicios de enero. ¡Enero! Cuenten con los dedos y verán que no han pasado ni ocho meses completos de aquello. Imposible olvidar lo que aprendimos a 3.500 kilómetros en los días previos y posteriores a la victoria de Syriza.
La de gachós que devinieron en helenistas honoris causa o, directamente, en griegos de ocasión o lance, habiendo nacido en Chamberí, Moaña o Apatamonasterio. Qué ovaciones con vuelta al ruedo al iluminado pueblo que (después de decenios haciéndolo muy mal) había sabido votar a la fuerza que en un par de birlibirloques obligaría a inclinar la testuz al malvado neoliberalismo recortador. Menudas erecciones y mojaduras intelectuales provocaba por aquel entonces el Mesías Alexis Tsipras. La de políticos de este rincón del mundo que procesionaron a Atenas y alrededores, cual groupies sin remisión, a la búsqueda de una foto junto al neoicono yeyé, de su bendición, o de ambas cosas. Cuántos tuits emocionados se aventaron tras haber alcanzado el objetivo, siempre con las siglas bien a la vista.
¿Y ahora? ¿Puede alguien darme pelos y señales de peregrinos a la campaña en curso? Me temo que ya no hay lista de espera para marcarse un cameo en este o aquel mitin del primer ministro claudicante. Gran zozobra, la de los indoctos como el que suscribe. Nos hemos quedado sin saber qué ha de ser lo correcto el domingo.
Uno de los motivos por los que no podemos (puedo) dar «pelos y señales» del tema estriba en el hecho de que los periodistas, posiblemente acatando las órdenes de quienes les pagan, posiblemente a iniciativa propia (esto lo pongo por cortesía) ya no dan la matraca habida cuenta de que la misión está ya cumplida.
¿Quién paga a los tuiteros que daban la chapa? ¿A los de los partidos que mandaron a su gente a hacerse fotos? Y ojo, que Grecia no solo ha desaparecido de los malvados medios como el mío, sino de los chipenlerendis especialmente.
Pues es que a la política ha llegado, o ha vuelto que estas cosas son recurrentes, la moda del espectáculo como es encontrar salvadores en quien dice tener la llave maestra para abrir la cueva de Alí Babá y repartir los tesoros entre nosotros pobres desharrapados. Cuando el salvador empieza a decir que le han cambiado la cerradura y otras excusas peregrinas volvemos la mirada hacia otro lado en busca de un nuevo salvador que ya no está en el Sur (de Europa pues los salvadores nunca aparecen en Africa y similares lugares donde sí que abunda el desharrapado) sino ahora asoma por Albión y que correrá idéntica suerte que el griego a nada que se desdiga.
Del Iluminado que centellea en alguna televisión (no en todas como hace medio año) casi no me acuerdo salvo por algún regüeldo que expele en sus mítines por provincias periféricas a falta de argumentos con los que convencer.