Qué entrañable, Mariano Rajoy en plan no saben ustedes con quién se están jugando los cuartos. Lástima que casi al final de su intervención de estadista del carajo de la vela soltara un pedazo “hemos trabajao” que en su patetismo movía más al descojono que al acojono. Toda la solemnidad, la gravedad, la pompa y el boato del momento, a tomar el fresco junto a la (nula) credibilidad. Es lo que tiene jugar a Winston Churchill cuando no se pasa de Juan Cuesta. Y luego, claro, que la función apenas olía a rollete electoralista de tres al cuarto cutremente pergeñado por el jefe de campaña gaviotil, el tal Moragas, un tipo que no ha empatado un puñetero partido en su vida y ahora se ve de hechicero de las urnas.
Punto, en todo caso, para Junts Pel Sí y la CUP, que con una simple declaración que no recoge sino lo prometido a sus votantes, han conseguido que el Tancredo monclovita semeje una hidra cabreada que amenaza, aunque no los mencione, con los tanques. Iba siendo hora de que la cuestión catalana —permítanme el nombre idiota, pero es que estoy espeso para buscar sinónimos— saliera del centrocuentismo amodorrado y se disputara con palabras, y si procede, hechos mayores.
Desde mi (confieso) cómoda posición de espectador, no acababa de entender que un asunto tan transcendental como la independencia se estuviera dilucidando con amagos y, como mucho, bravatas pirotécnicas. Si de verdad las dos partes van en serio, una en su voluntad de marcharse y la otra en la de impedirlo, ambas han de estar dispuestas a demostrarlo con actitudes mondas y lirondas. Y, por descontado, a afrontar todas las consecuencias.
Creo que la clave de tu columna está en tu confesión de ver el partido desde una cómoda posición de espectador.
Y desde la misma te preparas para asistir, por fin, al choque de trenes.
Yo creo que se han hecho las cosas muy mal, se siguen haciendo muy mal y que unos y otros están jugando irresponsablemente al choque de trenes sin saber las consecuencias de dicho choque. Consecuencias que sufrirá la gente de a pie. Yo quiero pensar que dichas consecuencias serán, a estas alturas, incruentas pero no estaría seguro al 100%.
Decían ayer por las ondas hertzianas que Rajoy ha llamado a la nueva horda nazionalcatolica, estos son, PSOE y C’s, para mantener una línea abierta y constante, una especie de teléfono rojigualdo, acerca del conflicto catalán.
Rajoy ha vuelto a actuar como un separatista: sólo ha llamado a los “españoles” y a los demás no lo ha hecho, porque no lo deben ser. Luego se queja de que se quieran ir y se cabrea cuando son otros los que no quieren ser españoles porque son otra cosa.
Rajoy no hace otra cosa que mentar la ley, como si las leyes en España fueran algo emanado de la justicia, la igualdad y la democracia. Todavía hay leyes vigentes del franquismo y leyes que permiten hacer cosas a los ciudadanos que hasta Europa ha dicho “quitarlas ya hombre”
Rajoy no sabe ni quiere saber que la ley es su ley y de no ser así, él sería el primero en desobedecerla como no pocas veces dejaron claro.
Las leyes deben ser justas y servir a todos por igual. Las leyes que se hacen para impedir los deseos políticos democráticos de unos, no son leyes, son otra cosa
Los independentistas ya existían antes de redactar la Constitución de 1978, y antes de principios del siglo XX, haber hecho de dicha Constitución la continuación del ideario político del terrorismo nazionalcatolico y su “indivisibilidad” como bandera, es haber convertido la Constitución en otra cosa y no en el marco jurídico de todos, independentistas incluidos
Negar la existencia del pueblo vasco o catalán y someter a todos los ciudadanos, y en su contra, a pertenecer al “pueblo español” no sólo es anti democrático, sino opresor.
Los estatutos de autonomía vasco y catalán desde su proclamación han sido incumplidos y no desarrollados en su integridad sistemáticamente desde el Poder central, por lo que hablar de incumplimientos de leyes, es otra prueba de la falacia de las leyes españolas y demuestran que quienes exigen cumplir son los mayores incumplidores de ellas, es decir, el gobierno central.
¿Por qué el gobierno central puede interrumpir las autonomías que incumplen la ley y sin embargo cuando es el gobierno central el que incumple sus compromisos autonómicos, las leyes, las autonomías no pueden interrumpir al gobierno central?
La falta de democracia e igualdad y justicia es la relación vigente e impuesta entre el gobierno central y los gobiernos autonómicos, por lo que hablar de leyes es incorrecto, más bien hay que hablar de un poder absoluto y déspota sobre otro indefenso y obligado a claudicar: ESTO NO ES DEMOCRACIA, es otra cosa
Y ante esta sokatira, Barcelona-Madrid, sorprende el silencio, no se sabe si cobarde o buscado, de los otros “nacionalismos periféricos” que callan en vez de salir a socorro de los propios, de los que buscan lo mismo que lo que dicen buscar los hoy mudos. Porque, claro, no debemos olvidar que no se trata tanto de razón derechos o leyes como de mayorías demográficas que no democráticas: el poder central y los partidos políticos que lo apoyan cuentan con mayor número de ciudadanos, y mientras esto sea así, todo lo demás importa poco y Rajoy, el de ahora, los anteriores y los que vengan, lo saben y a esto juegan y a nada más, y sin olvidar que la fuerza armada es exclusiva de ellos y que los otros nada tienen de fuerza armada salvo algunos policías sin saber exactamente cuántos.
Rosa Parks, aquella mujer y madre negra, tuvo que incumplir la ley segregacionistas de los EEUU en 1955 porque le impedía un derecho, el de sentarse donde los blancos. Catalunya tiene que hacer lo mismo, porque las leyes injustas y los gobernantes estúpidos todavía existen y Rajoy es una prueba inmejorable de ello.
Es hora de que se muestra que catalanes y vascos además de contar con apoyos en sus territorios, los tienen fuera de ellos, en España. Es hora de que partidos como PODEMOS y otras fuerzas del cambio, que no tienen por qué simpatizar con el secesionismo, sino aborrecer el centralismo y el nazionalcatolicismo en el que todavía estamos inmersos, denuncien sin fisuras no las independencias, sino el juego sucio de unas mayorías ajenas, de unas amenazas armadas y militares y de una ideologías que impiden por medio de democracia, urnas y votos que el pueblo catalán o el pueblo vasco digan cómo quieren estar o si no quieren estar. Y no estaría mal que también el pueblo español, se pronunciara si él quiere seguir con los pueblos vasco y catalán.