Desde el viernes por la noche echo en falta a los adalides del laicismo. ¿Dónde diablos [perdón] andan esos y esas que encuentran en la religión el origen de todos los males, y me llevo una? Dejen, no contesten. Es solo una pregunta retórica, que además, contiene un error de enunciado. Porque no es la religión, sino una religión muy concreta, ya saben ustedes cuál. En el fondo, son en sí mismos el ateo del chiste que sostenía que no creía ni en Dios, que es el único y verdadero.
¿Se imaginan el calibre de las diatribas, el grosor de los cagüentales, si la matanza de París hubiera sido en nombre de la cruz? Menudo festín citando —y no seré yo quien diga que sin base — los miles de apuntes de la Biblia que hieden a odio y venganza o los incontables momentos históricos, algunos muy recientes, en que los llamados textos sagrados del catolicismo han servido de coartada para masacres e injusticias de todo tipo. Sin embargo, ante el Islam, cuyos libros —y no digamos ya la mayor parte de sus exégesis— contienen, como poco, las mismas mendrugadas sembradoras de cizaña, silencio sepulcral. Y eso, en el mejor de los casos, porque es aun más frecuente que los mismos que ven a Torquemada incluso en alguien tan razonable como el Papa Francisco, anden vendiendo que el Corán es lo más de lo más en igualdad y convivencia. Cómo será la cosa, que a pesar de lo clarito que hablan los asesinos en la reivindicación de la carnicería, hay una porción de la intelectualidá que está propalando la especie de que detrás de los 132 muertos y 300 heridos no está una visión religiosa sino la violencia masculina. Tal cual.
Los laicos estamos donde hemos estado siempre por estos lares, dando la cara frente a unas instituciones que inauguran centros cívicos con cura y vino español incluido, que homenajean a las víctimas de estas masacres con ceremonias religiosas que tienen su boato reconozcámoslo, contra esas notas periodísticas que siguen hablando de «pasaron por el altar», con esos festejos que se inician con misas descontextualizadas, con esas farsantes visitas a los ídolos en forma de mujer o de hombre continuando tradiciones inexistentes hace no muchos años, con esa inmensidad de colegios adoctrinadores pagados con fondos públicos,…
Ahí estamos y ahí seguiremos, buscando una sociedad donde cada cual piense lo que le salga de la mollera pero donde las instituciones se comporten como lo que son, órganos de la sociedad en conjunto.
El que se de bastante caña, aunque el fundamento sea similar en todas, a la religión católica lo es por la simple razón de ha sido esta quien acompañó a la Dictadura opresora de Baskonia y porque es esta quien tantas mentes y comportamientos ha pervertido en nuestro entorno.
Puede haber alcaldes corruptos por muchos municipios pero yo pondré a parir hasta quedarme ronco a quien gobierna en mi municipio sin que ello signifique que no desprecie a los demás.
Pienso que sucede todo lo contrario, Vizcaíno. ¿Alguien habla de terrorismo cristiano, ya sea católico o anglicano, en referencia a los atentados que el IRA y la UVF perpetraron en Irlanda? ¿Se insiste en que la población de México y Colombia es mayoritariamente cristiana cuando llegan noticias de las terribles matanzas que se producen en dichos países? ¿Cuándo se menciona la religión que profesaban los Pinochet, Videla, Ríos Mont & Co.? ¿Recuerda usted titulares del tipo «El cristiano Anders Breivik asesina a 68 jóvenes en Utøya»?
Por lo demás, hay suficientes ejemplos de intelectuales que atacan al cristianismo y también al islam: Michel Onfray, Richard Dawkins, Sam Harris, Christopher Hitchens, Fernando Vallejo… Conviene tener en cuenta el tronco común de ambas religiones y el hecho de que mantienen un buen puñado de aspectos comunes.
¿Ha leído usted la reivindicación? Por favor.