“Represento al segundo país que más contamina. Asumiremos nuestras responsabilidades”, lloriqueó ayer Barack Obama en París, leyendo palabras escritas por si legión de asesores. Medio rato antes o medio después, no seguí muy bien la secuencia porque estas cosas me provocan una enorme pereza, Angela Merkel se atizó su ración de flagelo, en este caso, con un difuso propósito de enmienda incorporado: “Hemos contaminado mucho. Por tanto, debemos estar en la vanguardia de las energías limpias”. Imposible no imaginarse el tubo de escape de un Volkswagen… o de cualquier otra marca de las que (¿todavía?) no han pillado.
Les prometo que quisiera no ser escéptico. Y sé que muchos de ustedes están en las mismas. Pero me temo que tenemos las canas y las arrugas suficientes para acordarnos de Ginebra (1979), de Río de Janeiro (1992), de Kyoto (1997), de Johanesburgo (2002), de Bali (2007), de Copenhague (2009), de Durban (2011) y de las que me dejo por el medio. En cada una de ellas, con más o menos pompa y circunstancia, se ha ido repitiendo la coreografía que volverán a bailarnos en los próximos días. La secuencia es tal que así: descripción apocalíptica de la situación, concurso de golpes de pecho, hondas declaraciones de las mejores intenciones para el futuro, firma jacarandosa de un documento que incluirá plazos más bien lejanos y objetivos tirando difusos, y cuando nadie está mirando, incumplimiento, incumplimiento e incumplimiento. Pero no hemos de afligirnos porque siempre habrá un lugar del cada vez más castigado planeta dispuesto a acoger una nueva cumbre en la que volver a repetir la manida martingala.
Yo creo que no hay nada que hacer; que el proceso es ya irreversible. El planeta se va al carajo. Sí o sí. Desde mi egoísmo me consuela saber que no va a ser en lo que me queda de vida (calculo que máximo unos 25-30 años, aunque vaya usted a saber; que lo mismo palmo mañana y tengo así mi fin del mundo particular) y que mis hijos no los sufrirán (no tenho hijos). Así que libro..salvo reencarnación, claro; que tendría cojones.
Pero creo que no hay vuelta atrás. Tengo entendido que hay científicos que sostienen que ya se ha llegado a ese punto de no retorno y que incluso parando drásticamente emisiones y vertidos y prácticas contaminantes en todo el orbe (utópico) no sería posible ya revertir el proceso de deterioro o destrucción.
No lo sé.
Pero es que me da lo mismo. Eso no va a pasar. No va a haber giro de timón. La inercia es tal que las dinámicas contaminantes no van a cambiar a nivel global. Vamos a seguir funcionando igual a lo sumo con meros gestos para la galería totalmente insuficientes.
Nos vamos al carajo.