Dos policías nacionales asesinados en un atentado talibán contra la embajada española en Kabul. Además de los terroristas suicidas, también se han dejado la piel cuatro agentes afganos, pero esos no entran en foco. No digo ni que tenga ni que deje de tener explicación lógica. Solo constato que el ritual fúnebre se centra en quienes empiezan a ser mentados por sus nombres propios. Por supuesto, con fotos que los muestran en su plenitud vital —tremenda la del árbol de navidad de fondo, hecha unas horas antes de reventar— y hasta con perfiles biográficos que abundan en detalles de interés más que dudoso. La diferencia que va de caer uniformado en acto de servicio a hacerlo vestido de buzo desde un andamio, circunstancia que da derecho, como mucho, a unas iniciales, una edad, el lugar de residencia y una docena de líneas que terminan dando cuenta de la concentración de protesta que han convocado los sindicatos.
Esta vez los honores serán mayores. Y apostillo de nuevo que me limito a enunciar hechos contantes y sonantes. Ahí tienen, por ejemplo, el concurso del pésame más sentido entre los políticos a la caza del voto. No crean que solo ha participado el cuarteto de candidatos a vivir en Moncloa. También han hecho sus pinitos elegíacos, para multiplicar el caudal de vergüenza ajena, terceros suplentes de esta o aquella lista. “La muerte entra en la campaña electoral”, llegó a titular no recuerdo ya qué medio digital. De saque, me pareció un cóctel de velocidad y tocino traído por los pelos, pero a la vista de los acontecimientos posteriores, me temo que el encabezado era absolutamente adecuado.
Y rajoy en entrevista «campechanista» con Teresa Campos en tele 5, y ya salió la entrevistadora, aclarando que esa entrevista fue anterior al atentado de Kabul, y mientras se retrasmitía en absoluto directo, (eso nos hubieran hecho creer de no haber atentado) un faldón, diciendo que la entrevista era anterior al atentatado.
Nos querían hacer tener la seguridad, que rajoy, hubeira dicho algo, que si no lo decía era porque no sabía de tal acontecer.
En fin, sin comentarios.