Veo, debo decir que sin la menor sorpresa, que el Athletic ha decidido prescindir de la gabarra en los actos de celebración de la liga —¡la quinta!— cosechada por su equipo femenino. Realmente, con los estatutos en la mano, la entidad es muy dueña de obrar así. Del mismo modo, los ciudadanos y las ciudadanas, hinchas o no, vizcaínos o no, aficionados al fútbol o no, tenemos derecho a manifestar lo que nos parece tal decisión. A mi, particularmente, me entristece y me disgusta. Creo que se podría haber encontrado una fórmula razonable para realizar el simbólico trayecto por la ría, si no en su recorrido completo, en uno adaptado; desde el Euskalduna hasta el ayuntamiento, por ejemplo, como proponía mi compañero Miguel Ángel Puente.
A partir de ahí, tome nota cada cual. Lo bueno de este episodio es que permite extraer un puñado de enseñanzas. La primera, para los que tienen el corazón rojiblanco pero no poseen el carné de socio es, justamente, sobre la propiedad del club de sus amores. También ha quedado meridianamente claro que, nos pongamos como nos pongamos, la consideración del fútbol femenino está muy por debajo de lo que proclaman ciertos discursos pomposos.
Y por decirlo todo y no despejar a córner responsabilidades, estamos viendo un inmenso retrato de los niveles de hipocresía a los que podemos llegar. Personas como yo mismo, que a lo largo de toda la competición no hemos prestado la menor atención a lo que iban haciendo semana a semana las jugadoras entrenadas por Joseba Agirre nos lanzamos a criticar lo que nuestra propia forma de actuar ha propiciado. Pero quedar bien no cuesta nada.
Me encanta el párrafo final. ¿cuantos de los periodistas que ahora claman por sacar una gabarra que no creo que flote, estuvieron en la última rueda de prensa del equipo femenino? Ninguno. A esa rueda de prensa previa al partido en el que se jugaban el título, no acudió ninguno y se tuvo que suspender.
¿Alguien se ha molestado en consultar con las chicas antes de iniciar la revolución igualitaria?
Estoy convencido que estas preferirían que se recogieran firmas para solicitar que cobraran siquiera el 10% de lo que cobran sus compañeros del primer equipo masculino…