Como no teníamos suficiente con el empoderamiento, la performatividad y demás palabras o expresiones tan sonoras como de difuso significado, resurge de sus cenizas el viejo (viejuno, apuraría) concepto sociedad civil, escrito con o sin mayúsculas iniciales según la pompa que se le quiere dar a la cosa. Aunque nunca había desaparecido del todo, de un tiempo a esta parte se ha hecho un sitio en los labios de varios líderes políticos y en los argumentarios de los respectivos partidos. Y como lo mismo sirve para roto que para descosido, ahí está dando nombre a una organización nacionalista española en Catalunya o, por lo que nos toca más cerca, en diferentes declaraciones sobre cómo salir de nuestro bucle infinito.
Así, tras la operación policial que arruinó un intento por mostrar la voluntad de desarme de ETA, Arnaldo Otegi sentenció que el “camino hacia la paz” debía liderarlo la sociedad civil. Para que no me acusen de lo de siempre, me apresuro a añadir que ideas parecidas las he oído a representantes del PNV, Podemos y, quizá en menor medida, el PSE. También es filosofía aventada por meritorios filántropos sin sigla concreta.
El primer problema que le veo al planteamiento es identificar a la tal sociedad civil. Lo habitual es que cada cual se refiera, básicamente, a aquellos convecinos que comparten ideología. Estos sí, pero aquellos no. Allá películas si los segundos son muchos más que los primeros. Tiremos por lo alto, que es por donde me da que va esto, y pensemos que sociedad civil es toda la sociedad. La vasca, en este caso. ¿De verdad creen que está por la labor de liderar lo que se dice?
Asumiendo por lo alto, que la sociedad civil es toda la sociedad vasca, más allá de ideologías, lo primero a plantear es qué sujetos de derecho tienen capacidad para liderar lo que se dice.
Parece evidente que los menores hasta una cierta edad, no tienen formado su esquema de valores ni para liderar ni siquiera para opinar. Y de aquí se puede inducir, que serán sus tutores o valedores los que asuman su representación, ya que, a pesar de no tener capacidad de opinión ni liderazgo, tampoco se le puede negar su condición de sujetos de derecho de la sociedad civil.
Al hacer extensivo el argumento de la capacidad para opinar o liderar, nos encontramos con la necesidad de establecer bases para acreditar dicha capacidad y tratándose de PAZ, puede ser lógico poner las bases sobre el mencionado esquema de valores.
Ja!. Y aquí la hemos liado. Porque entonces sí que intervienen ideologías, prejuicios, precedentes históricos de inmenso dramatismo e incluso conveniencias de puro criterio económico.
Y aquí nadie es neutro. Consecuencia, la PAZ queda para las postales de Navidad con palomitas blancas incluidas y para algunos logos de la ONU. Lo demás lo tenemos asumido como sociedad civil, hipocresía política, excesos del poder, unos ganan y otros pierden, vencedores y vencidos.