Todo muy pulcro y democráticamente aseado. Su excelencia el jefe del Estado larga quince minutejos en nochebuena, y al día siguiente, los viejos y nuevos políticos se ejercitan en el arte del canutazo. Mayormente, no nos engañemos, para llenar los telediarios, que solo con gachupinadas navideñas, catástrofes aéreas y óbitos de artistas no llega. Ahí aparecen unos cortesanos aplaudiendo con las orejas —pongan PP, PSOE y Ciudadanos— haya dicho lo que haya dicho el piador con corona. Novedad de un tiempo a esta parte, salen luego los tibios morados a dar sin dar o no dar dando, nunca se sabe. Y cierran el ritual los republicanos con trienios, categoría que incluye a soberanistas de aquí y allá, impepinablemente disconformes con el mensaje del huésped de Zarzuela.
“El día de la marmota”, sentenció, no sin razón, Aitor Esteban. El año que viene, otra de lo mismo. El siguiente, igual, y así hasta… ¿cuándo? Cuidado, que la respuesta puede ser incómoda, pero contiene la esencia de lo que venía a contarles. Aquí lo de menos es el blablablá del preparado y las consiguientes reacciones a favor, en contra o entreveradas. Los sustantivo es que la monarquía española sigue ahí, marchando contra la lógica de la Historia viento en popa a toda vela. Si tuviéramos la mitad de memoria de lo que pronunciamos tal palabra, recordaríamos que apenas anteayer, en época del Borbón que ha pasado a la reserva activa, parecía que a la institución le quedaban cuatro padrenuestros. Blandiendo encuestas y titulares escandalosos, se anunciaba sin dejar lugar a dudas que la tercera estaba al caer. Un siglo de estos, tal vez.
Es un buen análisis el discutir sobre el tema ¿Qué haría falta para que se llegara a plantear tan siquiera la elección entre Monarquia y República en el estado español?
A) ¿El desarrollo de la corrupción hasta límites inaguantables? Ya lo está, ¿no? Los dos partidos más importantes implicados en procesos judiciales, la hermana del Rey, el emérito blindado como cuestión de Estado, ¿parece poco?
B) El deterioro de la economía más aún de los actuales niveles de empleo precario, pobreza en las familias, y en los servicios públicos, mientras las diferencias de rentas con la clase corporativa (permítaseme el anglicismo), es decir, propietarios y cúpula dirigente de grandes empresas son escandalosamente beneficiados por la situación de crisis creada por ellos mismos…
Esto no ha tenido ningún efecto en dos elecciones seguidas…
¿Quién y cómo consigue que en la opinión pública nazca y se desarrolle la semilla republicana, simplemente por dignidad nominal, por principio democrático? ¿Será que han teñido todo lo que suene a política de un barro de inmoralidad, incompetencia, engaño, falsedad, villanía… que nadie se puede imaginar un Presidente y un gobierno republicano de comportamiento radicalmente contario a la situación actual? Que total… ¿qué más da?
Será eso.