Un clásico de la psicología, no sé si de la parda o de la menos parda. La primera fase del duelo es la negación. Y en esas andan Rajoy, su patulea de pelotillas como la nulidad Maíllo (busquen en Zamora alguien, incluso del PP, que hable bien de él), el Macron de saldo Rivera o la docena de hinteleztuales de corps. Niegan y reniegan con obstinación de iluminado y rostro de cantera de Carrara lo que han visto hasta los ciegos de la canción de Brassens. Que la actuación de los Escuadrones Piolín en Catalunya fue proporcional, se engolfan en proclamar de atril en atril, de entrevista en entrevista, de canutazo en canutazo. Hace falta ser… eso que los lectores están pensando.
Pero que les vaya aprovechando esa perversidad gratuita. En términos que usaría mi hijo, menuda troleada que le han pegado los promotores del referéndum a los —¡redundancia va!— poderosos poderes del Estado. Venga y dale a requisar papeletas y urnas, que el día en cuestión apareció allá donde tenía que estar todo el material para votar. Igual, con las webs cerradas o los cortes de internet. Como cantaban los rojos del 36 sobre el puente del Ebro, diez mil veces que lo tiren, diez mil veces que lo haremos. En esas, no queda otra que soltar a una panda de uniformados encabronados a hostiar a personas que pusieron varias veces la otra mejilla. No hablamos de antisistema de capucha negra, sino de la más amplia variedad humana que quepa imaginar, desde adolescentes de peinados imposibles a abueletes arrugados como pasas pasando por la vecina del tercero. Todos, con la firme determinación de no dar un paso atrás. A ver quién les para.
Vizcaíno. España nos está dando un curso acelerado de lo que entiende por democracia y tolerancia a las minorías nacionales que existen aún en su estado. La indignación es inmensa. Pero no nos podemos quedar ahí. Se pueden intentar todas las negociaciones posibles, es lo mas civilizado. Pero desgraciadamente la parte contraria no quiere ni oír hablar del tema, además tienen las porras y no dudan en usarlas. Ante eso solo queda o asumir su imposición y aprender a vivir en su jaula, o revelarse contra el tirano. Yo me inclino por la segunda.
Pues, Josu, yo creo que ante los dientes y los insultos del ogro español (intentad oir las declaraciones de Rafael Hernando sin escupir a la pantalla, please) hay que ser más inteligente que ellos.
No es muy difícil, la verdad, sólo hay que respirar hondo para calmarnos un poco y ganar tiempo.
Por que no me cabe ninguna duda de que por la fuerza siempre perderán los frágiles.
Ojo, los frágiles, que no débiles.