Ea, que no decaiga. Será por sacrificios. A través de estas líneas y para que surta todos los efectos oportunos, hago constar mi renuncia al Nobel de Veterinaria, al Pichichi de la temporada 1997-98 y al Zamora de la 2003-04, lo mismo que al Masters de Augusta y al del Universo, la Concha de plata al mejor actor de menos de 1,65 centímetros con mirada estrábica, el Pelo Pantene ma non troppo, el Torneo Cinco Pedanías de Dominó modalidad Indoor, el subcampeonato (exaequo) intercomarcal de canicas de Alpedrete y, en un alarde de generosidad sin límites, a la medalla de plastilina al mérito agropecuario y al fomento de la cría caballar.
No cuela ni siquiera como mal chiste, ¿verdad? Pues que alguien me explique cómo se le ha podido meter en el entrecejo a Cristina Cifuentes —en lo sucesivo, Cifu la Fantástica— que tragaríamos con su carta de renuncia a lo que ha quedado más que claro que no le pertenece. Y con qué aires, la doña, machacando la patética sarta de excusas de cuarta regional y negando desparpajudamente la evidencia.
Una acción, por lo demás, que completa el tristísimo autorretrato que se está currando la individua desde que cayó en este charco. Si todos los hechos que se han sucedido, a cada cual más grotesco, han ido dejando claro que está inhabilitada para seguir un segundo más al frente de una institución pública del relieve de la Comunidad de Madrid, esta penúltima astracanada debería situarla sin remisión en el vertedero de la política. Cualquiera que la apreciara una gota trataría de evitarle la penosa e impúdica agonía que se ha empeñado en protagonizar. ¿Nadie va hacerlo?
No perdamos de vista el objetivo de sus mentiras: «Meter en la cárcel a dos periodistas».
Una huída haca adelante con tal de defender su máster fraudulento y sus mentiras.
Lo que este Affaire Cifuentes ha puesto en evidencia una vez más no es sólo la mediocridad intelectual, academica y ética de esta y otros muchos profesesionales de la política en España. También han cubierto su birrete de oro la misma universidad y el resto de instituciones parecidas que conforman el entramado del stablismen gaviotil ( a la espera de lo que vayamos sabiendo de los naranjitos, o’shea).
Creo que también ha desnudado con toda su crudeza la catadura moral de esta señora que estará ahora mismo tirándose de la coleta en la intimidad y repitiendo como en el spot: por qué a mi, si nunca he dado un parte?.
Porque, claro, comparando «lo suyo» con el latrocinio sistematico e industrializado de sus compiyoguis…
Creo que PPatxi LóPPez renunció también a su título de ingeniero industrial. Y nadie dijo nada……