Como la vaina del interés informativo va por ratos, y esta entretenedera de los títulos parece que va a entrar en barbecho hasta el siguiente capítulo —que espero que sea en el que se resuelve lo de Casado—, déjenme que me suba al penúltimo coletazo de la ola para escribir lo que mi he oído ni he leído al respecto. Porque sí, está muy bien atizar a los políticos, darle cera a la Rey Juan Carlos o echar dos cagüentales sobre la titulitis o la venta de másteres al peso, pero quizá sacaríamos más en claro si pusiéramos el foco en el epicentro de la ciénega o, si prefieren una metáfora más fina, el corazón de las tinieblas, o sea, en los usos y costumbres de la sacrosanta Universidad.
¡Uy, lo que ha dicho! Y lo mantendré donde haga falta, especialmente, ante muchos de mis más queridos amigos que veneran tanto el templo de la Educación superior, que sus pituitarias son incapaces de percibir el pútrido hedor de la benemérita institución. Me consta que actúan impulsados por las más nobles intenciones, pero cuando se niegan a ver que, por ir al caso más cercano, un congo de tesis doctorales son, amén de una chufa sin el menor valor, un trapicheo infame entre amiguetes, están siendo brutalmente injustos con quienes sí se han dejado las pestañas para presentar un trabajo verdaderamente original que pretende aportar algo al conocimiento.
De entre el millón de burbujas que quedan por explotar, la universitaria se me antoja una de las más urgentes. Pero hace mucho abandoné cualquier esperanza de que se obrara el milagro. Por eso, solo me queda sonreír entre la resignación y el cinismo ante los últimos acontecimientos.
Está claro que para ejercer la política sirve cualquiera y más si se está apradinado.
Los últimos casos de falsificación de expedientes y másteres lo demuestran, como lo demuestra las veces que se equivocan al confundir los 2 únicos botones que tienen en su escaño para emitir el voto, ni barrio sésamo les pude hacer mejorar a estos especimenes que han nacido ya chupando del bote de la política por su correpondiente ascendencia.
Si una persona falsifica sus conocimientos o estudios en una entrevista puede que se haga de momento con el puesto, pero a los 4 días es puesta en la calle por su inutilidad para ese trabajo.
En política es el único sitio donde el que manda puede ser el más torpe de toda la clase sin que pase absolutamente nada, salvo el sonrojo y vergüenza para los demás profesionales de distintos ámbitos.
Hasta los que solo tenemos el graduado aprobado a medios pelos lo vemos así.
un saludo.
Atención, pregunta:
¿Qué es en la UPV/EHU lo siguiente?
i) 100 páginas sobre la historia de la informática, componentes de un ordenador, periféricos, tipos de letras,… sacados de cualquier manualcillo incluido wikipedia.
ii) Otras 100 páginas sobre lo que es crear, modificar y borrar registros de un equivalente de Excel, del curso de introducción a primer curso de FP informática.
Chan, chan….
una tesis doctoral en medicina. Ahí es nada.
La UPV/EHU también es la releche, oigan.