Aquellas legendarias matinales del Circo Price reviven de un tiempo a esta parte en la también madrileñísima Carrera de San Jerónimo, residencia putativa de la devaluada soberanía popular. La diferencia es que las originales fueron la cuna del pop español, más o menos cañí, y las funciones actuales no pasan del número del bombero torero o del intercambio de bofetadas de individuos a los que no llamo Tonettis por respeto a los hermanos que pasearon dignamente ese apellido. La representación de ayer, con José María Aznar de gallo mayor y una selecta reata de tiradores de esgrima de salón no haciéndole ni cosquillas, fue la enésima demostración de la nada entre dos platos que les describo.
La cosa es que se trataba de sustanciar algo tan serio como la responsabilidad del sujeto en los mil y un casos de corrupción que han acabado siendo seña de identidad de su (creo que todavía) partido. Aun siendo difícil lograr que sudara un poco de tinta china un tipo al que se la refanfinfla todo, cabía intentarlo a base de sobriedad en las formas, sin perder de vista que el foco debía estar en el interpelado y no en el interpelador. Pero ni modo. Llevados por su ego, los arrinconadores, bien es verdad que en complicidad con la claque acrítica que jalea cualquier cacaculopedopís y los editores de los programas matutinos que premian el regüeldo, salieron a escena a lucirse con el florete. Y eso era exactamente lo que quería Aznar, que además de dejar que los golpes resbalaran sin daño en su piel de ofidio, conseguía colocar sus bofetadas en las sonrientes caras de sus señorías y, de propina, en los principales titulares.
Me has leído el pensamiento.
De Aznar poco más se puede decir; un mediocre supino inflado (aunque su enjuto rosttro actual da hasta dentera) de soberbia y embebido de adulación. Un peligro.
Pero eso ya lo sabe todo el mundo y, en consecuencia, deberían saber que unos rifirafes en los que sacar a relucir toda su chulería, su desdén, etc, es un regalo para él. Porque ayer Aznar salió reforzado ante los suyos, que es lo que le importa. Y, de paso, entre guerra de Irak para aquí y para allá pues pudo eludir con facilidad las cuestiones que le habían llevado a la Comisión.
Sucede que muchos de los interpeleadores, y muy especialmente Rufían, tienen el ego del mismo tamaño que el de Aznar…o mayor y están ahí para lucimiento personal y para el postureo. Mucha camiseta con mensaje ocurrente, mucha performance, mucho tweet pretendedidamente agudo, mucho golpe de efecto…pero poca chicha y menos trabajo de verdad. O sea…el clásico mucho lirili y poco lerele.
Ayer había que ir documentado sobre el caso. Haberse empollado todos los datos del sumario de la gurtel, las cisfras, los detalles con los que tirarle preguntas a la yugular…sobre el caso. No…soflamas sobre la guerra de Irak y gracietas sobre El Padrino que se las quitó de encima como quiene espanta una mosca y encima salió crecido.
Habría dado igual. Aunque le hubieran recitado datos y estadísticas en tono monocorde les habría llamado golpistas, etarras y populistas en el mismo tono exacto.
Menudo patriota de pandereta, defensor de la democracia, que se ríe del poder legislativo, representante del pueblo soberano (según dicen), y del judicial, contradiciendo la sentencia que determina, con substantivos y adjetivos, la verdad judicial, y negándola con un cinismo de malo de película de serie B. Se ha divertido mucho, no. Se viene divirtiendo desde 1996 engordando el valor de los inmuebles para embutirlos en un PIB falso para entrar en el euro, endeudando hasta las cartolas a un banca desatada y embarcándonos en una guerra y unos atentados, dentro de un rio de mentiras. Se rie y se rie.
Porque sabe que las comisiones no sirven para nada. A él le van a decir. Y a los demás: La democracia marca España es esa.