Nos han puesto fácil el juego de palabras. Al final, Inocente era culpable. Muy pero que muy culpable. Como me consta que hablo de una de esas noticias que, pese a su importancia, pasan desapercibidas para el común de los mortales, me apresuro a aclarar que hablo de una escoria humana llamada Inocente Orlando Montano. La Audiencia Nacional acaba de condenar a este tipejo, excoronel del ejército salvadoreño, por el vil asesinato del jesuita portugalujo Ignacio Ellacuría, junto a otros cuatro religiosos, una cocinera y su hija en la Universidad Católica del país centroamericano en noviembre de 1989. Le han caído 133 años de cárcel como instigador de ese brutal crimen que marcó a los de mi generación y que representa la reproducción a escala de una época terrorífica en toda América Latina.
Se supone que la condena, más de cuatro decenios después, debe aliviarnos o, incluso, alegrarnos. He leído varios testimonios de muy buena gente en este sentido. Sin embargo, reconociendo que es un paso, me temo que no alcanza para reparar ni para aclarar ni en una millonésima parte aquella atrocidad. El tal Montano apenas era un apéndice de un siniestro aparato justiciero montado por los gobiernos salvadoreños y diferentes administraciones estadounidenses… ante el silencio cómplice de, entre otros, Juan Pablo II.
Ahora que la AN ha aprendido a juzgar casos de éstos ¿qué tal si hacen algo parecido en el estado español?
Trabajo no les faltará,
«Montano pertenecía a ‘la Tandona’, la promoción de la Academia Militar de Oficiales del Ejército Salvadoreño del año 1966, que fue la clase más grande, poderosa y cohesiva del Ejército. Su tamaño era tan grande que los oficiales de este grupo esperaban gobernar al final de la década, una opción que habían estado anticipando desde por lo menos 1980. El condenado era miembro del «círculo íntimo» de poder de este grupo, denominado «los compadres».
Es decir, que tras más de 30 años de aquélla y otras barbaridades cometidas por una cuadrilla bien grande de sicarios, se juzga SOLAMENTE A UNO DE ELLOS, al que se le castiga con 133 años de prisión. De los que solamente deberá cumplir 30, pero que como va a ser muy viejito dentro de tres o cuatro años, en cuanto suba un gobierno de derechas al poder en Madrid, nos dirán que está muy muy enfermo y por enfermo y anciano se le sacará a la calle.
Lo mismo pasó con el sinvergüenza de Armada, y vivió 25 años más en su lujoso pazo gallego. Aquél al menos no tuvo ocasión de matar a nadie.
Si dentro de pocos años el criminal este sale a la calle será difícil creer que los tribunales de justicia valen para algo…..incluso cuando llegan a juzgar el caso, que no es lo habitual.
Hombre, yo creo que lo más decente hubiera sido que la Audiencia Nacional hubiera empezado por barrer la basura de casa, antes que la del vecino. Aquí hay gente como Martín Villa, Fraga, Felipe González, etc. que perfectamente podrían haber sido juzgados por lo mismo que el tal Inocente. Sin embargo, hasta les molesta que la Justicia Argentina juzgue a esta gente por lo que ellos son incapaces de juzgarles.
La Justicia es menos justa, cuando tarda demasiado en juzgar y condenar los delitos. Y no digamos, si además pasa de «puntillas» por el tema, y se limita a juzgar, además de tarde, sólo una parte del delito y sólo a una parte de sus supuestos culpables.
Pero es lo que hay, y como suele decirse: «más vale tarde que nunca», y con esto nos conformaremos, si, aunque tarde se juzgan todos los casos que están esperando desde hace años, y que no es necesario enumerar.
Galindo lleva 16 años libre tras ser indultado de una pena de 75 años por «graves problemas de salud». Sigue vivo y haciendo vida normal pero claro, este psicopata torturador y asesino trabajaba a favor de obra nacional Española y eso puntua 10 sobre 10 y uno ya no es tan malo como «txeroki», otro psicopata pero esta vez en contra de obra nacional Española.Como ya han comentado el psicopata salvadoreño saldra libre en cuanto los cuneteros version centro americana alcancen el poder. Y asi todo y en todos lados.
Otra consideración aparte de la escasa y tardía justicia que se hace en este caso.
Supongo que en la carrera judicial, como en otras profesiones, debería haber categorías. Quiero decir que para obtener fondos para desarrollar una vacuna quizá haga falta ser Severo Ochoa, pero no conviene que seas Ana Obregón….aunque también seas bióloga…
Tampoco se le habría permitido estar en el tribunal de los juicios de Nüremberg al juez Shallow, el de la Alegres Comadres de Windsor, ¿verdad?
Pues igual de increíble resulta que a unos «letrados» que sentenciaron como sentenciaron el caso Altsasu se les permita siquiera juzgar un caso de la importancia del caso Ellacuría. Debería ser suficiente como para inhabilitar a todas las instancias superiores de justicia del estado español.
Shallow era un nombre muy adecuado para un juez, desde luego. El genio de Shakespeare…
Por cierto, lo de «letrados de la Audiencia Nacional»….¿les llaman así porque saben leer?