Quién me iba a decir que mi antigua profesora de inglés, a la que cariñosamente apodábamos Rottenmeier, acabaría bautizando una ley de Educación. Pues ahí la tienen. Ayer se aprobó en el Congreso de los Diputados, en medio de un broncazo de sonrojo infinito, la que quedará para los restos como Ley Celaá, con tilde en la segunda a. Así nos referiremos a ella, alternándola con su correspondiente acrónimo, LOMLOE, que se incorpora a la interminable lista de sopas de letras que han ido identificando desde el pleistoceno los empeños de cada gobierno por hacer una norma educativa del recopón. Todas iban a ser la definitiva y todas han ido cayendo al albur de las diferentes mayorías en las Cortes españolas. No ha habido reforma sin su contrarreforma, y así, en bucle.
¿Hay algún motivo para pensar que esta vez ocurrirá algo diferente? Por un lado, temo que no, pero por otro, tirando de un entreverado de malicia e ingenuidad, quiero pensar lo contrario. Sin conocer al detalle el texto, me resulta muy sugerente la suma de siglas que lo han respaldado. Claro que quizá el argumento definitivo está en la acera de enfrente. Si Vox, PP, UPN y Ciudadanos se han agarrado semejante cabreo, algo bueno tendrá el enésimo intento de establecer unas reglas básicas para algo tan fundamental como la Educación. Ojalá.
Pues siempre me ha caído muy gorda la Rottenmeier, desde sus tiempos en el G.V. de Patxi López, pero si el Trifachito, los obispos nacional católicos y Bertín Osborne están en contra, algo bueno tiene que tener, efectivamente.
Lo que realmente les pasa a mucha gente es que, si se obliga a la concertada a eliminar cuotas supuestamente voluntarias y otras tasas, ya no podrán tener el privilegio de segregar contando con el dinero del estado.
De todas formas, convendría recordar que las ikastolas también son escuelas concertadas. Está por ver qué cosas se ocultan realmente en la ley.
Y, como otro tema por completo distinto, hay que ver cómo se pone la gente de uñas porque Urkullu declara lo evidente, que no podremos pasar unas navidades como siempre. A ver, las vacunas ya están en camino (una frase que me alegro de poder teclear), pero entre que llegan, suficiente gente se pone alguna, llega el nivel requerido de inmunidad y desaparece la presión sobre los sistemas sanitarios, nos ponemos en navidades… del 2021. Y para que tengamos alguna semblanza de verdadera nueva normalidad, tendremos que pasar otro par de años más hasta que la economía se estabilice en otro punto (por favor, no más ladrillo y turismo). Es humano querer aferrarse a las cosas. Pero recordar que todo en la vida es temporal y relativo convendría a mucha gente, ya fuera porque así podrán hacer frente a esta y futuras crisis con más madurez.
La ley Celaa está tan ideologizada como la ley Werther; cada una tira para su rincón. Las fuerzas que la han apoyado “son las que son” y no hay más que rascar. Hay que reconocer que así, de salida, algo va a conseguir esta ley: reducir el fracaso escolar drásticamente, al permitir aprobar el curso y adquirir un título con muchas menos exigencias. Si parece demostrado que en Hispanistan, incluido nuestro negociado, no somos capaces de conseguir igualar por “arriba” el nivel de nuestros educandos de una manera generalizada, pues nada, se iguala por “abajo” y “santas pascuas”.
Perdón, ley Wert ¡el maldito corrector!
Solo por comentar. Creo que en el ejercicio del derecho a decidir la educación de sus hijos , mas del 50% de los ciudadanos en Euskalherria han decidido que esta sea en centros concertados.
Así mismo no se entiende bien que la apuesta por la escuela pública lo sea atacando a la concertada .
Si de verdad quieren una mejora en resultados y calidad de escuela pública creo que , además de lo referido a medios, tendría que replantearse el acceso a la función pública de los docentes , el sistema de sustituciones , el absentismo crónico , la incorporación de los inmigrantes al sistema educativo , etc , en vez de buscarse enemigos inexistentes.
Y ya que pasaba por aquí , ¿ No se podría intentar una nueva confluencia entre las Ikastolas y centros concertados que lo deseen con la red pública , como la que se produjo hace 40 años ?
Perdona, Alejandro, por concretar: la confluencia de ikastolas con la red pública fue hace unos veinticinco años, a mediados de los noventa.
Ok. Lo importante es ver si la idea de lo que hace 25 años fue posible y positivo lo puede ser hoy.