En la tocata y fuga de Salvador Illa como ministro de Sanidad para encabezar la lista del PSC a las elecciones catalanas está el retrato a escala de la política española. Por el propio hecho en sí y por la justificación reglamentaria de la jugada. Allá donde no caben los razonamientos, los palmeros del actual gobierno español y no pocos opinadores presuntamente menos entusiastas con la causa sanchista han salido con el viejo adagio: “Lo hacen todos”. O quizá con leves cambios en tiempos y modos verbales, es decir, “Lo han hecho todos”, o ya con un par de bemoles adivinatorios, “Lo habrían hecho todos”.
Supongo que en la mayoría de las siglas hay ejemplos de este tipo de cambios celéricos de una responsabilidad a otra. Aparte de que una fea costumbre no puede actuar como argumento de autoridad, en el caso que nos ocupa las circunstancias hacen que los hechos sean absolutamente incomparables. Resulta que estamos en lo más crudo de la segunda ola pandémica, a punto de inaugurar la tercera, y el individuo encargado de liderar institucionalmente la batalla contra tal situación se apea del caballo en marcha. Y no cuela lo de “Soy un servidor público”, que soltó con desparpajo el escapista. Eso es ya llamarnos imbéciles. Abandona, sí, un servicio público, pero lo hace para servir a su partido.
Exactamente lo mismo que ha pasado en el Gobierno Vasco con Murga, Garitano etc.
Discrepo, una «fuga» en sentido estricto implica salir de un sitio donde te sientes «preso» para buscar un ambito de libertad. El Ministro se va para salvar los muebles del «nihilista» bailarin de Iceta, probablemente el politico mas superfluo, inutil y evaneceste de la politica catalana. Sacara un resultado que el PSC considerara como bueno y que les llevara a la irrelevancia politica, donde estan desde Pascual Maragall.
Hace el camino a la inversa de esa otra inutilidad mediatica que es Ines Arrimadas.
Catalunya nos traera diversion en el 2021.
El extenuante trabajo que exige el ser servidor público, no cabe duda que es vocacional.
Su polivalencia es excepcional, lo mismo un filósofo ocupa el ministerio de Sanidad en plena pandemia, que un electricista el de Interior en los años de plomo.
Esto nos tiene que transmitir seguridad y sosiego, ya que su «sucesor@» estará a la altura, o incluso más ¡Porque lo valen!
Yo después de más de 40 años esperando el cambio que nos prometieron, me siento muy muy imbécil de ver como todos los politicos solo miran por colocar su culo en el mejor sillón.
Ni de lejos. Lo primero ha sido un cambio realizado de frente. Las otras dos dimisiones lo han sido, según explicación de los interesados, por motivos muy personales. Y ojo, puede ser que no estuvieran a gusto. Pero la diuferencia fundamental en todos estos casos es que no dejan algo a medias para servir a su partido. No entenderlo es tener nula capacidad de análisis… o manipular baratamente.
Me pasa con estos cambios lo mismo que con los consejos de administración de las grandes empresas.
Un señor puede participar a la vez en el consejo de una empresa eléctrica, en el de una farmacéutica o en el de una constructora de postín.
O sea, los conocimientos del puesto que ocupan son superfluos.
Lo que valen son los contactos y la habilidad chanchullera.
Pues en el PSOE no tendrían a nadie mejor y el ministro ha demostrado fina cintura y más valor que Rambo.
Si el afamado showman Iceta ha valido hasta ahora, no lo tiene difícil su sustituto para mejorar lo presente.
Aburto dimitió de diputado foral para ser consejero del G.V.y de aquí dimitió para encabezar la candidatura para la alcaldía de Bilbao.Igual o parecido.Ni bien ni mal es lo que hay.
1. Digo bien claro lo que me repugna el «Lo hacen todos».
2. La diferencia con el caso que cita es que entonces no había la mayor emergencia social que se conoce en el último siglo. (En este caso, sanitaria)
Esto es, sin más, que le importa más el partido que la gente. Otra cosa es que sea una postura muy bien comprendida por muchas personas… a las que también les dan igual sus conciudadanos.
En realidad, se va porque no pinta gran cosa en el gobierno. Vamos a ver, ¿Alguien se imagina que «pasen» del ministro de economía? Pero del de sanidad se hace chufla cuando, de hecho, debería haber sido el que diera un golpetazo de romper la mesa y decirles, con los datos en la mano, que si no cerraban cuanto antes, habría decenas de miles de muertes… Esto tanto vale para plantarse ante la «imprescindible» manifa institucional del 8 de marzo o ante la necesidad de «salvar» la campaña veraniega, o las navidades. Y no ocurrió. Illa no era más que un pelele con cartera ministerial.
Otra reflexión, un poco al albur del fin del año aciago de 2020. Cosas buenas sí que ha habido. La pandemia obligó a enfrentarse, así fuera brevemente y con estampida a las posiciones originales en cuanto nos soltaron un poco la cuerda a varias cosas bien tapadas; que sin vida no hay economía; que esas personas a las que se desprecia desde púlpitos laicos (reponedoras, limpiadoras, tantos obreros «no cualificados») en realidad lo mantienen todo en marcha; y que, por mucho que queramos, la ideología no puede modificar la realidad. Parece (y me permito subrayar lo de «parece») que este año no habrá nada de eso. Aunque estamos a unas cuántas mutaciones de tener que empezar de nuevo, claro. Pero quien recuerda estas cosas solo es un aguafiestas y un agorero ante las ganas de vivir y de fiesta, impostadas y falsas las más de las veces.
Deberia haber una legislacion exigente con los compromisos electorales. Ya que es complicado hacerlo con las promesas, hacerlo con los puestos.
El futbol abre un espacio a mitad de su legislatura anual para cambios en sus plantillas. Quizas podria ser algo similar para que, a mitad de legislatura, los partidos politicos pudieran hacer reajustes, durante un periodo controlado, en sus diferentes plantillas parlamentarias.
Y no digamos sobre aquellas personas que juran o prometen un cargo.
Vaya m. de acto en el que no se compromete con el pueblo.
Siguiendo con el simil balonpédico, es de tarjeta roja política abandonar el campo de juego para ir a otro terreno.
Bueno, el único consuelo es que , venga quien venga, no lo podrá empeorar. Por cierto ¿se lleva a Simón con él a Cataluña? Se lo agradeceríamos.
Por cierto: impagable la entrevista a Josetxo Hernández Duñabeitia hoy en DEIA.
Considero que el hecho de que cada nivel institucional (es decir Ayuntamientos, Diputaciones o Gobiernos autonómicos o central), tengan su propio calendario electoral, da origen en la mayoria de los casos a cambios de personas que, tras dimitir del cargo que ocupan, se presentan como candidatos para otra institución, donde supone su partido que va a desarrollar una mejor labor, y eso, hecho con buen a voluntad, no es malo en sí mismo, pues cuando eso ocurre, somos los ciudadanos y ciudadanos con nuestro voto, quienes les decimos a esos partidos si han hecho bien o mal el cambio. Y ese es el juego democrático que tenemos, que se pude y se debe mejorar, pero como digo es el que tenemos.
Y ya que se ha citado en otro comentario a Juan Mari Aburto, creo que es un ejemplo de lo que digo, ya que en todos los cambios que ha hecho (Diputación, Gobierno vasco y Ayuntamiento de Bilbao) ha recibido el respaldo los/las votantes, con lo cual, parece, que los cambios han estado bien hechos.
El 14 de febrero, y en el caso del ministro Illa, que digan los catalanes, con su voto, si el cambio ha estado bien o mal hecho.
Yo de lo de Illa no comento , pero ¿que os parece la bilbainada de no vacunar los domingos y fiestas de guardar ? Con dos coj… . De aquí a junio habrá 25 festivos que a 1000 vacunas diarias …. ¿ que en Euskadi ya han muerto 1.200 personas ? ¿ y qué ? no me jodas que nos quieres poner a currar los domingos vacunando viejos , anda y que te den .
En realidad un ministro y en general cualquier gestor de alto nivel no tiene por qué ser un experto en lo que gestiona. Se supone que lo suyo es la estrategia y que tiene que delegar en la gente que sabe. Mala cosa son los gestores controladores. O sea que el recambio no debería ser problema. Sin embargo en la situación en que estamos es verdad que la decisión parece inapropiada, por decirlo de alguna manera, aunque ya sé que no hay nada ilegal ni falto de ética. Pero queda feo, o esa es la impresión que a mí me da.
Tampoco entiendo la reacción de PP-C’s-Vox, ya que según ellos la gestión de la pandemia es un desastre, por tanto Illa sería la persona más impopular del país, y les favorecería que vaya como candidato. O será que la gestión no ha sido tan mala? Qué suerte tiene Pedro Sánchez con esta oposición.