Hoy es el día. Llega la madre de todas las elecciones después de una campaña sucia, tramposa, simplista hasta el parvulario y plagada de momentos grotescos. Nada, por otra parte, que no cupiera esperar del nivel paupérrimo de la política española actual y, descendiendo al detalle, de la personalidad inenarrable de algunos de los cabezas de cartel, de sus secuaces, y, cómo no, de los incendiarios responsables de agitación y propaganda.
En resumen, que no arriendo la ganancia a los ciudadanos madrileños llamados a votar hoy. Ocurra lo que ocurra tras el recuento —y ojo, que no está el pescado tan vendido como pretenden algunos—, mañana serán tildados de ignorantes, irresponsables y, según hacia dónde se incline la balanza, de fascistas desorejados o de comunistas del demonio. Este servidor, que tiende a creerse lo de la soberanía popular y lo de la democracia representativa, aun sabiendo que el sistema es manifiestamente mejorable, aceptará el resultado que salga aunque sea el que no deseo. Espero no volver a ver, como ya se ha hecho costumbre demasiadas veces, airadas movilizaciones justo al día siguiente de emitir los votos.
Por lo demás, los más sabios de Hispanistán deberían echar una pensada a lo acertados que estuvieron cuando quisieron asaltar Murcia. De aquellos polvos, estos lodos.
Somos muy dado a a simplificar. Derechas o izquierdas. Libertad o Comunismo. Bienestar o Pobreza. Y como dice Javier, hoy en Madrid, «cara o cruz». Que pena. Que política más ramplona. Como si no existieran intermedios. Como si la ciudadanía no fuera plural en sus ideas y en sus necesidades. Como si todo fuera «conmigo o contra mi». Y así nos va. A golpe de péndulo, a un lado o al otro. Y así va la política. Creo que nos falta mucho por aprender en materia de democracia, representatividad ciudadana y de participación y compromiso social. Creemos que nos lo tienen que dar todo hecho y dejamos demasiada cosas en manos de políticos con muy poco nivel, cuando no oportunistas y vendidos a los intereses partidistas. ¿Soy demasiado pesimista?, tal vez si, pero creo que por ahí van las cosas en esta muestra débil democracia.
No se puede ni añadir una coma a este extraordinario comentario.
Enhorabuena Javier.
En todo caso serían los de la caverna quienes tendrían problemas para aceptar el resultado si les fuera desfavorable, como cuando ganó Sánchez.
Madrid necesita sin dudar proclamarse independiente y que nos dejen en paz de una vez.
Pues sí, Javier: está muy “subidita a la parra” la derecha en Madrid; deberían tener en cuenta eso de “hasta el rabo todo es toro”. La historia, que es buena consejera, cuenta como Pompeyo El Grande, antes de librar la batalla de Farsalia contra Julio Cesar, durante la guerra civil, estaba tan convencido de su victoria que encargó dejar preparado en su campamento un gran banquete para celebrar su seguro triunfo. Y cuenta también la historia que fue Julio Cesar quien degustó las viandas junto a sus oficiales, mientras Pompeyo, ya menos grande, huía a uña de cabello hacia su trágico destino en Egipto. Así que “menos lobos, caperucita”.