Quisiera que me enternecieran pero solo me cabrean los happymaryflowers sin remedio que andan disculpando con las monserguillas habituales a los miles de jóvenes que pensaron que era una buena idea pegarse un rule a Mallorca para compartir fluidos. La que han liado estos pollitos educados en el culto a su ombligo y en la nula tolerancia a la frustración está todavía por evaluar. De momento, han jodido las curvas de varias comunidades, y suerte si todo se queda en eso, que el riesgo de llevarse a sus viejos por delante está ahí. Ojalá no; confiemos en las vacunas. Pero como decía más arriba, el objeto de estas líneas biliosas no son esas criaturas mimadas y ególatras a las que yo soy perfectamente capaz de distinguir del resto de la juventud, sino los que han salido en tromba a buscar una justificación a su irresponsable comportamiento. “Hay que comprenderlos: llevan año y medio encerrados”, mienten como bellacos voluntariamente amnésicos los quitadores de hierro. A ver si nos enteramos de que el confinamiento estricto duró apenas dos meses. Luego vino un tobogán de sucesivas desescaladas en las que no han faltado jamás (al revés: han abundado) festorrios y desfases como este que nos tiene con el culo prieto. Así que, en lugar de tanta condescendencia, quizá proceda, por una puñetera vez en sus vidas de señoritingos y señoritingas, un rapapolvo en condiciones. Claro que también es verdad que a su favor podrían alegar con toda la razón del mundo que la autoridad española teóricamente competente es la que lleva semanas vendiendo la especie de que la pandemia está cautiva y desarmada y, en consecuencia, podemos recuperar nuestra vida anterior.
Agencias de viajess que debería perder su licencia, aitatxus huevones, viajes de estudios alcohólicos, imbecilidad congénita de la chavala positiva que dice en la prensa que lo volvería a hacer porque fue guay, intereses hosteleros sucios y tipos y tipas que se escapan sin respetar la cuarentena
Sumamos todo y nos da una sociedad que da más bien asquito.
Para terminar de explosionar te recomiendo que veas un vídeo que está circulando por twitter en el que tres compungidas e indignadas muchachas denuncian lo injusto de su situación y el maltrato al que les están sometiendo. Claro…leyendo un comunicado redactado por los igualmente indignados papis y mamis.
La llamada de los rastreadores se presenta como si llamara la Gestapo. Y los padres indignados…que a ver por qué se tienen que confinar en un hotel sus hijas si nadie ha demostrado que sean casos de positivo ni que hayan tenido contacto estrecho con positivos (creerán que han ido a hacer actividades de meditación en solitario).
Y…como no…la apelación a la minoría de edad de las pobres criaturas. Que los rastreadores no tienen que contactar a menores directamente.
Para irse a Mallorca solos de fiestón y beberse el agua de los floreros no son menores. Para recibir las llamadas de los rastreadores…sí.
Y que están muy asustadas. ¿Por estar vigiladas por las autoridades sanitarias? La noche llena de peña mamada hasta las trancas no asusta. Los rastreadores sí.
Comparto tu cabreo por lo que ha pasado con esos viajes de fin de curso a la «perla del Mediterráneo». Sin duda, los primeros responsables, al mismo tiempo que irresponsables, son quienes han participado en ellos. Luego tenemos a esos padres que tratan de justificarlo, y cargar las culpas a «todo lo que se mueve» en ese entorno turístico del que, según dicen, estaban muy necesitados sus hijos, después de «tanto esfuerzo» durante el curso.
Qué hipocresía, qué culto y adoración a esos hijos que la mayoría están disfrutando de unas posibilidades de estudio que no hemos tenido generaciones anteriores. Y me parece bien que las tengan, ¡faltaría más! Pero no hagamos del cumplimiento de su deber, que es estudiar y aprovechar esas oportunidades, una heroicidad por la cual se merecen todo lo que quieran y deseen. Y es que, entre otras cosas, eso es muy poco pedagógico, cuando no antipedagogico.
Vivimos en una sociedad tan hedonista e idiota que el único fin que tenemos en esta vida , según parece, es el de pasárselo bien. Es la columna vertebral de la sociedad del bienestar. El problema es que para para estos descerebrados el pasárselo bien se reduce a beber y bailar, sean las condiciones que sean y se esté con o sin pandemia, ¡Que más da ! Primero yo, y luego…pues…depende. La falta de empatía y de responsabilidad que están demostrando una parte de la juventud es patética, vomitiva y repulsiva.
Algunos medios de comunicación tendrían que hacérselo mirar, al igual que muchos padres, por la forma de disculpar y minimizar estas acciones tan deleznables.
Las expresiones tales como «es que son jóvenes», «es lógico que tengan ganas de diversión».. etc ,,etc estoy harto de oírlas en los medios de comunicación y a los imbéciles de sus padres-amigos- guays
Estos viajes se organizan por jóvenes pero con el permiso firmado de los padres/madres. Es cosa que todavía no me entra en la cabeza. pero no se dan cuenta que estamos en una pandemia?.Suelen ir acompañados de unos monitores que habrán pensado que pueden contener un torrente de 17 años.Los dejas en sus habitaciones y en cuanto te duermes se te escapan y van todos juntos de jarana, y se juntan con otros/otras.Si los monitores eran jóvenes pues mucho más y mira que les habrán insistido en lo de la pandemia….Y lo que yo me pregunto quien les va a echar la bronca .Y quien a quien!!! Pero si todos los años pasa lo mismo, lo mismo. ! Si a estas edades siguen al jefe de la manada casi tod@s. Y lo raro sería lo contrario!Pero si se contagia igual en Hawái. Yo creo que algunos no se lo creen.
yo también fui joven y pensaba igual que estos jóvenes actuales que era invencible y que lo mejor era la chufla y el desenfreno ,nada nuevo bajo el sol , pero tenía a mi Aita y a mi ama para hacerme ver lo que yo no veía sin ningún compadreo inútil
Así que aparte de los organizadores que a fin de cuentas están a lo suyo ósea se hacer caja . los padres de estos sin madurar donde tienen el cerebro dejándoles ir de cuchipanda con la que tenemos encima ?
Ahora denunciarán y repartirán culpas porque sus niñitos y niñitas son unos pobres angelitos y ellos unos sufridos padres y madres con muy mala suerte
si lo intento explicar mejor, no me sale. Menuda banda de cenutrios, tanto los nenes y nenas superguays, como los papis superenrollados.
La mayoría de padres (y madres) están defendiéndolos y denunciando el «secuestro».
De la misma forma que en los últimos años cuando en la selectividad el examen de una materia es especialmente difícil se suman a la pancarta y al lloriqueo en vez de darles una colleja y hacerles ver que es a eso a lo que se van a tener que enfrentar en la vida.
El año pasado fue para mucha gente muy duro en lo laboral. Una adaptación brutal. Ingrato. Todo el día a cara de perro con clientes, proveedores, impagos….
Yo llegué a agosto con más ganas que nunca de irme como todos los años mis 10 días al sur a hincharme de atún rojo.
Y se podía. Pero…no lo hice. La reflexión fue que si estoy aĺlí y por haber estado en un sitio donde se detecta un brote tengo que ponerme en cuarentena…a ver qué hago.
Pues parece que algo tan sencillo no de entiende.
Pues me quedé. Y una tarde fui a casa de unos amigos…me lié…y salí a la una de la mañana con varias copas de más. Me paró la Ertzaintza y multazo. Pues nada que objetar. Se paga sin rechistar y con algo de vergüenza por haberla cagado.
Si yo me arriesgo y me tengo que confinar…pues es lo que hay. Si yo incumplo y me multan…pues es lo que hay. Soy mayor de edad.
Lo que no se puede es ser mayor de edad para tomar vodka y hacer gau pasa y menor para recibir sanciones y cumplir con las medidas que todos tenemos que acatar.
Y lo preocupante de todo esto es que son los propios padres los que no están enseñando a sus hijos a aceptar las consecuencias de sus actos.
Jóvenes hay de todos tipos. Pero los sanamente socializados son estos; los del desfase y el botellón al nivel de coma etílico. Mos otros, los que están a otras cosas, haciendo deporte, leyendo libros u, horror, estudiando algo que les interesa, son los que están «fuera». Los «raritos». Recuerdo un titular brutal de hace unos años «¿Cómo socializan los jóvenes vascos que no beben?». La respuesta era que no lo hacían.
Dicho todo lo cual, vemos por qué es imposible evitar la aparición de variantes entre la juventud. Y mientras sean variantes… que nada impide que la siguiente sea una cepa agresiva al estilo de la gripe del 18. Pero, oye, mientras tanto…
Ah. Añado; no…no soy padre. Y entiendo que será muy difícil. Por eso no lo soy.
Es que lo dicen mucho; «Cómo se nota que no eres padre».
Me lo imagino tan difícil que mi egoísmo me ha llevado a elegir otro tipo de vida.
Pero quienes han elegido serlo tendrán que ejercer de tales.
A nuestros padres nadie les enseño a serlo ni a los suyos tampoco ,nos trataban con cariño pero nos hacían duro sin consentirnos todo , en el colegio ni te cuento .Parece que aprendimos a respetarles a ellos pero no todos hemos sabido transmitirlo a nuestros hijos .Los padres no somos ni colegas ni amigos de nuestros los hijos ,esa no es nuestra labor ,somos los responsables de hacerles mujeres y hombres sensatos y con capacidad para aguantar las frustraciones, una pena porque la cosa cada vez es peor puesto que los más pequeños son como semidioses adorados y mimados en exceso y eso trae consecuencias .No se puede generalizad pero se está extendiendo en nuestra sociedad como la cepa india .