No sé si se han enterado de la última bronca al fondo a la requetederecha. Es una de esas barrilas que, amén de resultar de lo más entretenidas para quienes las contemplamos con palomitas desde la platea, contienen un retrato fidelísimo de sus protagonistas. Hablamos, en este caso, nada menos que del gran latigador diestro Federico Jiménez Losantos y del caudillín ultramontano Santiago Abascal Conde. ¿En qué pueden haber chocado los dos grandes arietes contra el socialcomunismo separatista? Pues, donde menos se espera: en las vacunas.
Ocurre que, contra lo que pueda indicarnos la intuición, el incendiario radiopredicador turolense es un firme defensor de la inmunización. De hecho, tiene la costumbre de preguntar a sus invitados en estudio si ya ha recibido la pauta completa. Así lo hizo también el otro día con el baranda de Vox, que después de tragar saliva, respondió que esas eran cuestiones personales que no debía revelar. Eso le valió al de Amurrio un chorreo del nueve largo por parte de sus anfitrión, que estuvo a un tris de expulsarlo del estudio. La carambola fue, al otro lado de las ondas, la rebelión de los magufos negacionistas que cada día sintonizan el programa del individuo. Sintiéndose heridos en lo más íntimo por su gurú mediático de cabecera, corrieron a las redes a declarar su resentimiento y a acordarse de toda la parentela del traidor. Como respuesta, Losantos tildó a sus atacantes de “extremistas descerebrados”, “cuatro nazis en paro” y “ultracarcas bebedores de lejía”. A la hora de escribir estas líneas, la gresca sigue. Como en el chiste. ¡Que las lentejas se pegan! ¡Déjalas, a ver si se matan!
Extremista descerebrado. Redundante. Ambos conceptos son sinónimos.
Cuatro nazis en paro. O sea, que los nazis que trabajan son más listos.
Ultracarcas bebedores de lejía. Ingenioso viniendo de un ultracarca que bebe agua bendita.
Es jocoso ver cómo se arañan sin hacerse pupa dos especímenes de homininos que comparten al 100% el código genético de los Neanderthales, los cuales tienen muy mala prensa pero no eran tan brutos como los extremistas carcas bebedores de sangre que predican desde las cavernas españolas. Para contrarrestar tanta testosterona me pido un debate cuqui entre Macarena Olona y Ana Rosa Quintana por ejemplo. Estos espectáculos son más divertidos que las sesiones de control del Congreso.
Hay tenemos los dos perros rabiosos con las fauces abiertas y dispuestas a dar dentelladas: Uno representa lo civil, financiado por el liberalismo insolidario, y el otro, representante del estamento curil, con la sotana brillante por el mandato doctrinal y pagado por los dos mil años de inmatriculaciones. Un rebaño no admite libertades y a ciertas ovejas le pagan para que se le vea, para reivindicar la libertad de elegir la etiqueta de la cerveza que eliges. Lo malo es cuando se ponen de acuerdo, como en julio 36, los del traje Armani con los de la sotana Armani. Mal iríamos. Mientras tanto, divertido. No creo que vengan mal estos pifostios.
Sí, bueno, lo de qué público más tonto tengo y tal. Pues dime con quien andas y te diré quién eres Fegueguico. Lo malo es que, me parece a mi, que este tipo de gente cuya concepción del mundo no le permite entender lo que es una pandemia o el cambio climático o ni siquiera las luces leds, diría yo, los tenemos también en casa. Estos que piensan que las cosas son de una manera pero, cuando las observaciones no concuerdan con sus ideas preconcebidas, hablan de conspiraciones. Ojo con ellos. Toda la vida matando tontos y todavía nos quedan los de casa, que diría el otro.