Perdonen que haga oposiciones a hereje, pero empezaré señalando que las denominaciones de origen y similares (me da igual locales, cercanas o exóticas) son un engañabobos con balcones a la calle. O autoengañabobos, si quieren que sea más preciso y, me temo, más candidato a la hoguera. Y cualquiera con paladar puede certificarlo —elijo este verbo a la mala leche— simplemente comparando productos bendecidos con el mismo marchamo. Siento la crudeza, pero hay vinos de cualquiera de las tres demarcaciones contempladas bajo el paraguas de Rioja, incluida la que nos es más querida, de una ramplonería atroz. Otros, sin embargo, son ambrosía pura. Y ojo, que la diferencia no siempre está en el precio de venta al público, porque ahí también funciona el esnobismo cateto que es un primor.
Esto vale (mira que me gustan los charcos) para los caldos, los quesos, los pimientos del piquillo, las guindillas, los espárragos o lo que se tercie. Más allá de que hayan sido producidos en el mismo terruño, los hay excelentes, regulares o rematadamente malos. Quizá la calificación debería atender a lo que manda la etimología de tal palabra: a la calidad. Y a partir de ahí, solo puedo exhibir una sonrisa cínica ante lo que la prensa del ultramonte presenta estos días como un ataque del expansionismo vascón a la santa unidad de la denominación Rioja. Da igual dejarse la garganta explicando que nadie quiere romper nada. Se trata de algo tan primario y razonable como explicitar el origen de los vinos, algo que debería ser no ya recomendable sino obligatorio en todos los productos que llegan nuestra mesa. Pero mola más vestirlo de bronca identitaria.
Yo creo que una denominación de origen ofrece, cuando menos, una cierta garantía de calidad, y si de vinos se trata pues para darnos alguna pista de lo que podemos sentir y encontrar al beber un vino.
Más allá de eso, puro marqueting y nivel de precio.
Dicho esto, también creo que además de la denominación de origen, cuando el territorio que alcanza es grande y con condiciones climáticas muy diferenciadas, es necesario acotar más el lugar de donde proceden las uvas. Y hablando de uvas, otra información imprescindible en un vino, es conocer el tipo de uva útilizado.
Y más allá de estos datos, ganas de enredar, de engañar, de confundir al consumidor, y si encima lo «mezclamos» con unas «gotitas» o un «chorro» de política, ya el vino puede servir «para cualquier cosa».
Para algunas ideologías que se han quedado vacías no de contenido pero sí de aspiraciones y honestidad, sólo queda el abundar en desmitificaciones y ataques a lo identitario (lo último que he oído es que el nacionalismo no es una ideología, Josu Montalbán dixit!), pero depende de quien y en donde: Una txapela en una boda o un irrintxi en una fiesta vasca es viejuno, atrasado y cutre, mientras que una boda campera en Jerez o una pedida de mano con kilt y gaitas en Balmoral o Kilmarnock es delicadamente el no va más.
Y lo del Rioja va por ahí. Algunos pueden identificar orígenes hasta de los algarrobos. Otros ni de una pequeña subdemarcación de una Comunidad Autónoma.
Oiremos hablar del Dia de Acción de Gracias por los peregrinos europeos que llegaron a América, pero no se oirá conmemoracion del dia desgraciado por parte de los aborígenes.
Se llama ocupación cultural y es practicado tanto por facherío como por progresío en sus distintas subdenominaciones, que eso es también identitario.
El esnobismo cateto funciona en ambas direcciones, lo que falta es criterio, y mucho. Hay vinos de precio que merecen ser pagados( siempre dentro de un orden y hasta un ´límite, de ahí para arriba se paga marketing o exclusividad, no diferencia en calidad) y también hay vinos de muy pocos euros que merecen ser bebidos, solo hay que identificarlos y encontrarles su momento.
En lo que respecta al culebrón del invierno entorno al vino pues va de más de lo mismo, como aparecen en la ecuación las siglas PNV aprovechamos para frenar en seco el fondo del asunto aludiendo machaconamente por tierra mar y aire al los «delirios identitarios» de estos malvados separatistas que quieren «separar» y «destruir lo que nos une» y asunto terminado, a ver ahora quién tiene los santos huevos de moverse e identificarse con esto por tierras riojanas y riojano alavesas, máxime cuando de lo que hablamos es de negocios y de dinero, que ya sabemos que es muy miedoso.
Mantengo cierta relación con algunos viticultores y bodegueros de rioja alavesa y riojanos también, los primeros al ser pequeños dicen que algo habría que hacer para escapar del control absoluto de los grandes gigantes en la denominación pero el ruido los retrae y es lo que no quieren; follón. Con los segundos, al menos los que conozco, prefiero no mentar la bicha porque quiero mantener la relación y conociéndolos un poco íbamos a chocar y me acerco por allí a disfrutar, no a discutir. Así lo vivo yo en mi minúsculo universo vitivinícola.
“Se trata de algo tan primario y razonable como explicitar el origen de los vinos, algo que debería ser no ya recomendable sino obligatorio”
A algunos, que se les llena la boca con la muletilla de que “el nacionalismo se cura viajando”, habría que explicarles que en centralista Francia, bajo el paraguas de VINS DE BOURDEAUX, existen 57 AOC (Appelation d’Origine Controlee). Creo que era algo parecido lo que proponía el PNV. Pero claro, el trazo grueso vende más que un debate lógico y sosegado. Aunque esto, en este parlamento hispanistani es un oximoron.
Para esto de las denominaciones de origen los fransuas son los namber guan de la champions. Saben vender el producto. El fuá, o foie, o como quiera que se escriba es puta grasa, pero lo han sabido vender como una exquisitez cuando las grasas tienen muy mala prensa. Con la denominación de origen del vino y su calidad nos llevan siglos de ventaja. Ahí está el Burdeos.
En la que podemos meter el Txakoli. Manda narices tres denominaciones diferente para un solo vino.
Yo pido por marca, ya que algunos los hay que parecen vino de cartón.
Los malvados vascos gastándose fortunas en promocionar el vino de rioja alavesa de paso para beneficio de toda la denominación Rioja como siempre son lo peor de la especie . Es un asunto que se tiene que ventilar entre los bodegueros de ambas comunidades porque como se meta la política salimos perdiendo . España es supremacista