Una de las noticias más leídas ayer en las webs de los diarios del Grupo Noticias daba cuenta de las últimas palabras del gran profeta Fernando Simón. En la presentación del cabezudo de cartón-piedra que le ha dedicado una comparsa de Zaragoza (se lo juro), el todavía director del Centro español de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias dijo que no había que descartar la recuperación de nuevas restricciones de movilidad y horarios. Una vez vistos los pelendengues al bicho, macho.
Lo gracioso de la declaración del tipo relegado a la nevera pese a mantener cargo y sueldo es que en su penúltima intervención registrada en las hemerotecas, en el mes de octubre, había dado por finiquitada la pandemia. Aseguró entonces que veía realmente complicado que hubiera una sexta ola, y que de haberla, sería más pequeña y más lenta. O sea, exactamente lo contrario de lo que estamos viendo y padeciendo: hoy se baten récords estratosféricos de contagios y a una velocidad de vértigo. Y es verdad, nos ha jodido mayo con las flores, que las vacunas nos están librando de una catástrofe en cuanto a muertos. Pero eso no impide el hecho cierto de que se sigue produciendo un número de defunciones considerable y que también los hospitales vuelven a sudar la gota gorda tanto en ingresos en UCI como en planta. Eso, sin contar con que la verdadera tensión provocada por la explosión de positivos se está notando dramáticamente en la atención primaria y en las actividades sanitarias no relacionadas con el covid. La sexta ola es real. A buenas horas mangas verdes, Sánchez se ha dado cuenta y convoca una cumbre de presidentes… para nada.
Para nada no, para mirar al cielo con expresión displicente y conminar: » muchachos/as, vacunad, vacunad y vacunad. Si la cosa va bien me pavonearé convenientemente, si no, la culpa será vuestra. Vosotros/as veréis. Algo más?, soy el presidente, tengo prisa y no mucho tiempo para chorradas…». Algo así con un poco de azúcar va a ser.
Y lo que aún nos quedará por aprender de esta pandemia. Ni los más listos del mundo mundial habían pensado que esta pandemia sería tan larga y de tan penosas consecuencias. Y así nos va. De ola en ola y sin saber hasta cuando. ¿Y que nos queda?…RESPONSABILIDAD INDIVIDUAL Y COLECTIVA. Esto no es sólo cosa de los políticos ni de las Instituciones, es cosa de toda la ciudadanía. Como decíamos de niños al jugar al escondite: «por mi y o por todos mis compañeros».
La próxima ola que sí va a existir. La luz a partir de los 4OO€ y la gasolina a 2€ el litro antes de primavera. Será algo coyuntural, temporal, dirán los políticos, pero en 2022 no bajarán de esos precios. Ojalá me equivoque.
Bueno. También aquí , que tenemos los muy prestigiosos y cacareados LABIs técnico y político, no hace mucho se dio por finiquitado el estado de emergencia sanitaria.
Simón ha quedado para siempre como carne de memes, esas risas prefabricadas a base de un zoquete como diana y la tendencia a reírse de lo trágico. El Súper Sábado ha demostrado que muchas personas han optado por dejar los miedos en el armario y lanzarse a la ola navideña con la confianza absoluta de que no se van a ahogar. El cacareado pasaporte me da la impresión de que no se controla demasiado. En unos sitios lo piden y en otros no, como esos pimientos de Padrón que unos pican y otros no.
La ciudadanía ayudamos poco .Para protestar todos nos apuntamos .Si les vacunan porque les vacunan si no porque no ,si piden pasaporte comida porque piden y que engorro y si no piden porque no . Pero todo el que ha podido se ha largado de puente y piensa celebrar la navidad ,esa por la que todos los años protestaban, que pesadez la familia y que crio ponen todo , ahora solo sueñan con celebrarla y se vuelven locos de amor por la familia .Ese es el retrato de nuestra sociedad infantilizada . El virus la única manera de que nos deje en paz es que le cansemos y se niegue a seguir trabajándoselo .
Buahh. Qué exagerao. Si esto del Covid ya no es más que una enfermedad respiratoria más.
Ahora sí que parece tener una mortandad. Como la gripe, ya verás que se saltan el pequeño «detallito» de que es bastante más contagioso y el muy condenao está reinfectando con bastante alegría. Lo que hace que mate bastante más.
Pero, oye, que no pasaaa náaaaa.