Disgusto, descontento, irritación, ira, indignación, cabreo. No parece haber duda en el diagnóstico: el sulfuro popular alcanza máximos históricos (diría más bien, no recordados; maldita desmemoria), y ya no bastarán las palabras para hacer retornar las aguas a su plácido cauce. Es más, en el punto de ebullición en el que estamos, ni siquiera los hechos serán eficaces. Llegan muy tarde los partidos de la vieja política a soltar lastre podrido o sacrificar a sus ovejas negras a la vista pública. Eso no solo no calmará los ánimos exaltados, sino que será acogido como la confirmación de que durante años se ha consentido, cuando no promovido, el latrocinio sistemático… o sistémico, como tanto gusta decir ahora.
¿Estamos, entonces, a las puertas de la ruptura pendiente desde 1977? Eso es lo que sostienen algunos de mis amigos que siguen firmes en su fe a Marx, Lenin y Gramsci. Y aunque tengo el pálpito de que unas cuantas cosas sí van a cambiar, algo me dice que no será necesariamente en el sentido que ellos y ellas anhelan. Será cuestión de ver cómo discurren los acontecimientos, pero yo no estoy tan seguro de que el creciente ejército de hastiados pretenda alumbrar un nuevo orden basado en los más nobles principios. Mucho me temo, de hecho, que la aspiración mayoritaria no vaya más allá de rebobinar la película hasta aquellos momentos felices en los que el sistema, siendo igual de injusto que ahora, tenía una confortable zona de recreo para los que se soñaron clase media o similar. Al tiempo, si el antídoto para este hartazgo en apariencia incontrolable no es volver a repartir unas migajas.
¿Qué? ¿Has andado griposillo o qué?. Ya pensaba que te habían ofrecido el puesto de Pedro J , así como la «revoltosa» Sexta pertenece al mismo grupo que la Antena triste, pues igual querían incorporar a alguien «chisposo y revoltoso» para su plantilla. Ejem, pues me he leído tu artículo y me parece que tener un patio de recreo (que incluya opciones de trabajar en lo que quieras aunque sea eventualmente, con un sueldo que dé para vivir más o menos, opciones de ser considerado persona sin tener que ser trabajador o ciudadano y donde el imperio de la ley no nos aplaste) en fin, sería seguro un régimen bastante justo. Es un decir pero lo que vivimos hoy en día es un absoluto horror y no solo por la corrupción o por no poder votar la secesión de Euskadi, sino porque la gente cada día da más asco y es más hp. Oyesss, esto me parece una terapia, no arreglaré nada pero me quedo más tranquila.
Todos los partidos, hasta «Podemos»,intentan una amigable forma de convivir con el capitalismo, pero no hay una verdadera gana de revolucionar un sistema y cambiarlo por otro.
Luego a cada sociedad con base nacionalista, la ponen adrede a luchar por su soberanía, para degastarla y desunirla de las demás y restar fuerzas.
Será porque la clase media, cada vez está más embrutecida y con una playa en verano, un móvil nuevo y unas clases de inglés vende su alma al diablo.
Por no creer no creo ni en «Podemos» , con perdón, aunque sería peor cualquiera de los ya conocidos.
Pero, eso no nos quitará el buen humor, !Hasta ahí podíamos permitirles!
Un abrazo Javi Viz
Ongi etorri.
Huir de España no es restar fuerzas, sino quitar lastre. Como tú bien insinúas en el reino de al lado no se divisa una verdadera ansia revolucionaria pero lo del ultranacionalismo hispano lo llevan con mucha pasión, y eso se nota hasta en los que van más de progresistas. Por ejemplo tú misma haces gala de ello cuando hablas de «desunión» y de «restar fuerzas», como si la secesión por necesidad hubiera de significar atraso o pérdida de derechos o cualquier otra enfermedad que se te pueda ocurrir. Como decía Junqueras estoy deseando que nos independicemos de España para dejar de ser independentista (parecido puede valer «nacionalista»), pero también para poder desarrollarnos por fin con cierta normalidad. Ya, nadie sabe, aunque se pueda especular lo que nos dé la gana, cómo sería nuestro futuro independientes pero estar en contra de que otros países puedan decidir democráticamente su relación con el resto del mundo es precisamente una de esas aristas que hacen tan peculiar el pensamiento pretendidamente progresista hispano. Que no te entra en la cabeza un mapa de España diferente, digamos más pequeño y deforme, que el que nos han hecho tragar los últimos siglos como le pasa al 99% de los españoles? Pues es problema tuyo. Como es problema de otros no poder asimilar que el mapa de una posible Euskal Herria independiente pueda tener otra forma muy diferente a la que se nos presenta hoy día. Yo en este último aspecto no tengo problemas mientras ello se hiciese democráticamente y con justicia. Habláis de desunión cuando a muchos ciudadanos de la CAV nos gustaría unirnos a Navarra e Iparralde, pero será lo que tenga que ser, supongo.