Tiene su gracia el ansia de los derrotados en el Comité Federal del PSOE por salvar la honrilla echando mano del comodín del voto en conciencia. Es verdad que es humanamente comprensible su vergüenza por tener que someterse al digodiego público y, desde luego, su rabia por el modo en que han sido chuleados por los susánidos. Pero parafraseándoles a ellos mismos en su días de farruquería irresponsable, cabe preguntarles qué parte de la abstención no entienden.
Sí, también me consta que, visto con ojos de espectador, son los buenos y las buenas de la película. Su postura —el empecinamiento en la negativa a Rajoy— es la más simpática. Sin embargo, salvo que queramos hacernos trampas al solitario, no podemos dar por aceptable su conducta de pésimos perdedores. Mal que nos (y les) pese, participaron voluntariamente en una votación y la palmaron por una diferencia (139-96) que en basket es una señora paliza. La única traducción de la derrota es acatar lo que ha salido y actuar de acuerdo al mandato de la mayoría vencedora. Jode, claro que jode, pero no queda otra. ¿O es que, en caso de que el resultado hubiera sido al revés, sería de recibo que los perdedores anunciaran su intención de abstenerse? Y tampoco es una gran excusa aludir a las mañas trileras de los que se han llevado el gato al agua. Desde el momento en que no se rompe la baraja, no hay más tutía que apechugar.
Por lo demás, tal y como se hacen las listas electorales, y por mucho que la Constitución prohíba el mandato imperativo, el voto en conciencia es pura filfa… salvo que se entregue el acta de diputado inmediatamente después de ejercerlo.
Pues no estoy de acuerdo.
Con 11 abstenciones basta para un Gobierno, pero sólo para eso. No se necesita obligar a nadie porque hay suficientes abstenciones como 11. El obligar a los que no son partidarios de abstenerse a hacerlo es algo que no tiene que ver con el acta de diputado. (Más bien tendrían que entregar el acta de diputado los que se abstengan, ya que no han sido elegidos para eso; ni tan siquiera cuando se presentó el programa y candidato a los electores se planteó la posibilidad de abstenerse). La obligatoriedad del voto de la ejecutiva federal tiene más que ver con el centralismo democrático, muy útil para los golpistas. Es decir con el «quieto todo el mundo», «aquí mando yo».
Sí en cambio estoy más de acuerdo con que el «no por el no» no tiene ningún sentido si no es para hacer un grupo de apoyo con Podemos y nacionalistas, o (en su variante más ingenua), con Ciudadanos.
Pero como parece que esto no es posible (vaya usted a saber por qué), el «no por el no» sólo llevaría a otras elecciones, que tampoco, por otra parte son exclusivas del «no por el no» unánime, ya que un Gobierno constituido puede convocarlas cuando quiera, por ejemplo cuando le rechazaran los presupuestos.
Con lo que concluimos que la abstención se ha negociado en paquete con los presupuestos u otras decisiones «transcendentes», y que la abstención en bloque trata de comprometer a la parroquia en determinaciones más sorpresivas, discretas en este momento.
Dicen los Robin Hood del «no es no» que no se puede traicionar a la militancia y electorado tras haberse pasado la campaña predicando el
«no es no». Como no, los guais del PSE al frente de esta teoría. Y me pregunto yo, ¿dónde estaban estos del respeto a la palabra dada al pueblo cuando Che Guevara LóPPez traicionó su palabra dada a la ciudadanía vasca sin esperar, si quiera,a que cantara el gallo para ponerese a disposición del corrupto y derechón PP?…….anda y que os den,a ver si desaparecéis pronto.