Es probable que sea verdad que llamemos fascismo a algo que técnicamente no lo es. Y lo digo tanto por la caquita acaudillada por el jeta Abascal como por la jauría que el otro día hostió en el campus universitario de Gasteiz a un chaval que de entre todos los vicios posibles tiene el de ser partidario de la unidad de la nación española. No discutiré que si sacamos el libro gordo de Petete, vaya a resultar que la definición canónica de la cosa no se corresponda ni con Vox, ni con los matones de Vitoria, ni con sus mayores, ni con los partisanos que salieron a montar la barrila por el resultado electoral de Andalucía, ni con los mononeuronales que la liaron parda en Girona con la excusa de que los de enfrente eran megamaxifachas.
Me sobran, en todo caso, los decimales académicos. El fascismo como ideología cabe en una puta caja de cerillas. Es una mierda pinchada en un palo, y solo quienes simpatizan con su fondo pueden ponerse tiquismiquis cuando metemos en el mismo a saco a todos los zurullos humanos que, al margen de la causa que digan profesar, tienen como característica común su cerrilidad, su refracción a razonar, su fanatismo sin fisuras y, desde luego, su querencia por la imposición utilizando la coacción, la intimidación o la violencia pura y dura. La ideología declarada no es más que una excusa barata para dar rienda suelta a su natural agresivo y, por mencionar la palabra que nos puede sacar de dudas, totalitario. El error fatal por parte de quienes decimos abogar por los métodos pacíficos es buscar excusas al comportamiento intolerable de los que, en el fondo, tenemos por prójimos ideológicos.
La entrada de VOX en el escenario institucional ha supuesto una cascada de descalificaciones hacia este partido político que me han resultado sorprendentes. Se les tacha de «extrema derecha», se les tacha de «fascistas» y, quizás, todo ello sea cierto. Sólo sé que es un partido legal, y como tal, que respetará la Consitución democrática vigente. Lo que venga después, pues ya lo veremos. Sin embargo, cuando el 15-M irrumpió un partido político similar, de signo contrario, Podemos, nadie levantó la voz, todo fueron parabienes, y nada más. Sin embargo, observando su trayectoria e ideario, nos encontramos ante un partido de corte stalinista, totalitario, que se echa a la calle cuando el resultado de un proceso electoral no les es favorable. De ahí mi pregunta ¿ porqué uno es «extrema derecha» y el otro no es «extrema izquierda»? Supongo que habrá una explicación pero yo no la conozco, salvo la hipocresía social que hoy impera.
En términos históricos, en sentido estricto, pues es que a lo mejor fascistas eran sólo las hordas de Mussolini. Pero se incluyó dentro de ese paraguas a todos los movimientos del mismo corte, que además eran aliados. El nazismo y, por supuesto, el franquismo. Y eso que dentro del franquismo…probablemente fascistas propiamente dichos eran los falangistas. ¿Eran los requetés carlistas fascistas?
Pues, bueno, al final damos por buena la etiqueta de fascista a todo movimiento, del color ideológico que sea, que reproduce comportamientos típicos de los fascismos: demagogia, intolerancia, persecución de quien piensa diferente, violencia, control de la calle, agitación, etc.
Hasta reproducen una determinada estética. Una parafernalia; uniformidad, coreografías llenas de banderas, desfiles…
Y en Euskadi pues durante décadas ese fascismo (en sentido amplio) que parece que se manifiesta de una forma u otra en toda sociedad se ha ubicado en el ámbito de la IA; eso es evidente. pero es que incluso en lo estético, por mucho que vayan de lo contrario. Lo que no quiere decir que toda la IA haya sido fascista ni que en lo ideológico sea esencialmente fascista pero es evidente, porque los vascos lo hemos visto, vivido y sufrido, que la IA, por estrategia, impulsó prácticas fascistas para hacerse fuerte, controlar la calle, meter miedo a sus enemigos, etc. Y, claro, eso no desaparece de un día para otro. Queda, digamos, el hábito, los tics, y es que eso de ser el matón del barrio tiene que generar mono. Lo de la paliza esta, pues no es otra cosa que una manifestación de las reminiscencias de ese fascismo que crearon y utilizaron.
Vox, que nos ocupa y preocupa ahora, tiene un tufo fascista que echa para atrás. Son de manual. El que no lo quiera ver y ponga paños calientes…pues lo hará por razones de afinidad y simpatía.
Efectivamente, el «error fatal» es ese que dices, y que todos o casi todos en mayor o menor medida practicamos. Que la manada que hostió al chaval este que se organizaba para defender la unidad de España utilizó métodos fascistas es evidente, al menos para mí, ya que creo así se puede denominar a ejercer el matonismo contra el que se organiza para defender lo contrario que tú piensas. Hasta aquí todo bien. Pero….como denominamos al que se organiza para defender lo contrario a lo que tú piensas teniendo detrás una maquinaria legal, mediática, policial y militar dispuesta a todo, a cualquier cosa, al «a por ellos», a hostiar a familias enteras a las puertas de un colegio electoral, a organizar y financiar desde el estado grupos terroristas, a torturar y asesinar, a aplaudir hasta reventar a una monarquía corrupta y vividora……y a tapar todo esto por defender la unidad de España?. ahhhh, que se llama estado de derecho y legalidad. Pues muy bien, que viva!!
Se suele identificar el fascismo con la imposición antidemocrática de unas ideas sobre las contrarias (o simplemente distintas). Esta imposición, que incluye, si es preciso para ello, la violencia y la eliminación física del adversario, no implica la razonabilidad del ideario o la superioridad argumental de dichas ideas, y es procedimiento común a postulados de todo signo y objetivo, no necesariamente de la extrema derecha.
Ahora bien, el partido Vox, que propugna la abolición de la ley de igualdad de género, la ley de memoria histórica sobre crímenes de la anterior etapa fascista, la supremacía de la lengua castellana sobre las demás lenguas recogidas en la constitución, la eliminación de las Autonomías y la recentralización del Estado, puede ser catalogado de extrema derecha, porque lo es.
Pero es que Vox es, además, un partido que defiende en su programa la expulsión de inmigrantes, con slogans como «primero los españoles», y la supresión de gasto social, con la rebaja de impuestos directos en más de 20 puntos y eliminación de progresividad en los mismos, así como la supresión de impuestos de patrimonio y sucesiones, con lo que recoge a los votantes más insolidarios y codiciosos, partidarios de un estado reducido y pobre. (Curiosamente no habla de cómo va a mantener ese nuevo estado centralizado con una deuda del 99 % del PIB con esos exiguos ingresos, y si reserva los puestos de trabajo de El Ejido, que hoy ocupan inmigrantes a 400 € mensuales durmiendo en barracones apestosos, para sus propios militantes o para aquellos que quedarán desprovistos del salario social y por tanto con salario y condiciones peores)
Es decir, tenemos en Vox un partido anti-feminista, anti solidario, liberalista radical en lo económico, partidario de la concentración de la riqueza, xenófobo, centralista y castellano-supremacista.
Estos ingredientes son precisamente los que históricamente han dado lugar al siguiente paso, después de las vías establecidas, que
sólo darán si es estrictamente necesario, que es el del fascismo que definía al principio.
Yo no me enredaría en si son galgos o podencos. Son un peligro para el progreso y la justicia social, y con ello para la democracia. Defendámonos. Empezando por tenerlo claro.
«Como todo granjero sabe, por lo general, es la cabra más inteligente del rebaño la que provoca los mayores problemas, razón por la que la revolución agrícola implicó degradar las capacidades mentales de los animales (…)» Yuval Noah Harari. «HOMO DEUS».
Si se me permite el paralelismo, algunos machos cabríos intentan tratarnos como a cabras y disminuir nuestra (de todos/as) capacidad de discernir lo que nos conviene, imponiéndonos su visión .
Esos cabrones son los fascistas.