Se consumó la cacería. Después de meses de acoso y derribo sin cuartel, el consejero Jon Darpón, tan duro, tan berroqueño como parecía, se ha quitado de en medio. Fíjense que a primera hora de la mañana de ayer, cuando ya se había instalado el chauchau sobre su dimisión, yo no acababa de creérmelo. No llegué a apostar, pero pese a los crecientes indicios sobre lo que finalmente ocurrió, en mi fuero interno aún pensaba que aguantaría. En realidad, quería pensarlo por algo tan simple y primario como, obviamente, cándido por mi parte: era radicalmente injusto que resultara el chivo expiatorio de esa gran mentira con trocitos de verdad que se ha montado a cuenta de las irregularidades en unas especialidades muy concretas de la OPE de Osakidetza.
Muy concretas, vuelvo a resaltar, porque hace falta ser desmedidamente mezquino para extender la mierda, propia de Inda, de que todo quisque que trabaja en el Sistema Vasco de Salud ha conseguido su puesto haciendo tortillas en un batzoki. De hecho, las medianías políticuelas que han montado este pifostio saben que en el tráfico real —yo no niego evidencias— de favores no ha habido siglas, sino otras cuestiones. Amiguismo, desde luego, pero también, y aquí es donde los ventajistas dan grima, la intención de tener a los más aptos de verdad en la certidumbre de que el método de selección es un cagarro infecto. La cosa va de salvar vidas, poca broma. Pero, claro, en lugar de conjurarse para mejorar el procedimiento infame y hacer un verdadero servicio a la sociedad, resultaba más fácil sacarse la foto con la pieza cobrada entre las fauces y pidiendo todavía más sangre.
«La ley es tela de araña,
y en mi ignorancia lo explico,
no la tema el hombre rico,
no la tema el que mande,
pues la rompe el bicho grande
y sólo enrieda a los chicos.
Es la ley como la lluvia,
nunca puede ser pareja,
el que la aguanta se queja,
más el asunto es sencillo,
la ley es como el cuchillo,
no ofende a quien lo maneja.
Le suelen llamar espada
y el nombre le sienta bien,
los que la manejan ven
en dónde han de dar el tajo,
le cae a quién se halle abajo,
y corta sin ver a quién.
Hay muchos que son doctores,
y de su ciencia no dudo,
mas yo que soy hombre rudo,
y aunque de esto poco entiendo
diariamente estoy viendo
que aplican la del embudo».
‘Martín Fierro’
¡Vamos a ver Javier!, nadie dimite por gusto y es sabido que en todas, todas, todas las oposiciones de Osakidetza ha habido recursos o quejas por posibles malas prácticas.
Si miras el parentesco que existe en diputaciones, ayuntamientos, o lo relacionado con ciertos puestos de trabajo que dependen de la administración hay demasiada casualidad.
Por supuesto que es un mínimo porcentaje, pero ese mínimo es un máximo cuando deja desvalidos a los más validos.
Todas oposiciones deben ser intachables por todos y para todos, sin tener necesidad de aparentar lo que se pedía a la mujer del Cesar.
Lo que sí estoy seguro es que, a partir de ahora, si me opera alguien a corazón abierto lo más probable es que no sea alguien con experiencia de práctica pobrada, auspiciado por su jefe de servicio que ha formado un equipo de nivel. Será alguien que ha aprobado un examen en dura competencia de conocimientos con otros aspirantes, con mucho mérito académico y nada más.
Si es así, algo anda mal.
El método de selección es un cagarro infecto, luego monto una OPE de cara a la galería, pero soy YO quien elige al aspirante merecedor del puesto porque YO sé de antemano quién es el mejor profesional. Chúpate esa Manolo!
¿Cómo era aquello de no morder la mano de tu amo?
No, señor, Laburu. Es infecto el sistema y como lo sabemos todos, lo cambiamos.
Por lo demás, los que meten a sus amigos lo hacen por motivos que no van con siglas.
Y lo de la mano que da de comer, aparte de ser una mierda de argumento que revela que el ladrón piensa que todos son de su condición, resulta que no. Que yo renuncié al triple y estoy aquí por mi pie. Lo de morder, por cierto, es más de, bueno, ya sabe usted.