Quién nos iba a decir que viviríamos un nuevo siglo de las luces. Pena que sea de las luces… ¡de Navidad! Y pena mayor, que las denominadas entrañables fechas hayan medrado en el calendario de tal modo que los fastos comienzan en los albores de noviembre, apenas hemos terminado de honrar a los difuntos, digo de entregarnos al jaloguín de importación. La avanzadilla la marca el desembarco de los polvorones y los turrones en los supermercados. Luego llega la torrentera de anuncios de colonias atiborrados de susurros asmáticos gabachizantes y, por fin, la alocada carrera de los munícipes por ver quién coloca más pifostios cegadores en sus jurisdicciones y, sobre todo, de mayor tamaño.
En realidad, la competición en las latitudes peninsulares es por la segunda plaza. De sobra se sabe que la victoria, a traineras de demagogia baratera de distancia, corresponde de saque a Abel Caballero, político otrora medianamente serio que vive su tercera juventud como alcalde bananero de Vigo. Y la cosa es que, tonelada de bombillas a tonelada de bombillas, el tipo incrementa sus mayorías absolutas hasta el infinito y más allá, y consigue que cada año sus delirios lumínicos capten la atención mediática al borde de rayar la náusea.
Ahí es donde toman nota los y las demás regidores —da igual de capitales, ciudades medias o pedanías—, y se lanzan a buscar su minuto de gloria a base de bolas gigantescas, norias fosforescentes y, en fin, toda suerte de quincallería productora de contaminación lumínica a granel. A los que somos refractarios a semejante despliegue refulgente solo nos queda rezar para que llegue pronto el 7 de enero.
Muy bueno, Javier, pero creo que más irritante (y ya numeroso) que el gangeo gabacho tenemos el de los anglocabrones… ya sabes «Cagolina Heggegga, Niu Yogk».
Ver a estos regidores como se disputan quien tiene más luces por Navidad es algo patético, cuando son personas que durante el resto del año no destacan precisamente por ello.
Ver las plazas llenas de adultos con niños esperando el momento de su encendido tampoco es como para tirar cohetes.
Ver como se justifica el derroche de millones de euros de estos acontecimientos tal y como esta el patio, diciendo que son luces LED de bajo consumo pues…
Por aquí tampoco nos quedamos muy rezagados, hoy la capital bizkaina enciende sus luces hasta el 7 de Enero, parece ser que la electricidad sale de las paredes y no de centrales térmicas o nucleares.
El día 8 o 9 haremos una concentración por el cambio climático y la contaminación con dos …
¡Y viva la coherencia!