El gran éxito de ese peligroso cagarro llamado Vox es su capacidad para llevarnos del ronzal una y otra vez a presuntos debates que no son más que broncas de peseta. Y aun peor que eso es que las polémicas de plexiglás son, buena parte de las veces, sobre cuestiones que ya teníamos resueltas, como esta del Pin parental en la que andamos ahora. ¿O es que desde hace mucho tiempo no habíamos establecido que las madres y los padres tenemos derecho a impedir que obliguen a nuestros hijos a ser adoctrinados por un curita trabucaire contra, pongamos, las relaciones entre personas del mismo sexo? ¿Acaso no tenemos claro que no permitiríamos que los llevasen de excursión a un cuartel de la guardia civil o que les impusieran la lectura de Camino, de Escrivá de Balaguer, o Mi lucha?
Pues es para llorar tres ríos que, metidos en el barro por los abascálidos, los grandes ases de la progritud estén defendiendo exactamente lo contrario. Además, acompañando las argumentaciones con mendrugadas de altísimo octanaje, como la afirmación de que los hijos no son de los padres. Insisto: ¿aceptaríamos tal soplagaitez en los casos que he citado?
Pero no me gasto. Conozco a mis clásicos. Sé cuál es el comodín para estos casos: “¡Es que no es lo mismo!”. Claro, nuestros valores, sean los que sean, siempre son los buenos. Bajaré la testuz, pero no antes de lamentar que, por añadidura, en la cuestión de la que hablamos bastaría el sentido común. Es de cajón que hay materias del currículum escolar en las que los progenitores ni podemos ni debemos entrar. Sobre otras, sin embargo, creo que tenemos —a ver si les suena— derecho a decidir.
Te has metido en un jardín. Y lo sabes.
Los únicos valores que tiene sentido aceptar como axioma son los derechos humanos, y tiene sentido en la dirección de proporcionar un marco común.
Si empezamos a exceptuar de ese marco común a colectivos «x» por lo que «son» y no porque lo que hacen, estamos asfaltando el camino al fascismo. Así de simple.
Amén de que veremos cuántos de esos progresistas de postín se pasarían con alegría al otro lado si los de Abascal realmente tocaran pelo en la Moncloa.
Por fin leo algo con fundamento en este debate. gracias pro tener el valor de no seguir la corriente.
Si no estan conformes con la educacion que les dan en las escuelas publicas y quieren una educacion personalizada y de acuerdo con sus ideas conservadoras y carcas,que los eduquen ellos personal-
mente con sus maestros preferidos, pero que dejen a la educacion publica en paz, para seguir con su labor docente.
Totalmente de acuerdo con Nik. En la educación publica unos padres no pueden decidir que su hijo no estudie la teoría de la evolución de Darwing porque no es acorde a sus creencias. Ni tierra-planismos, ni peras y manzanas.
En la educación publica, valores laicos, democráticos, plurales y tolerantes.
Para educación religiosa, segregacionista o contraria a valores laicos…a la privada!
Javier, me parece un articulo un tanto desafortunado.
Un saludo,
Creo que hay que ser coherente: el que quiera para sus hijos – que, por lo visto, ni pinchan ni cortan – una educación religiosa, homófoba, racista, machista, etc. que la tengan pero en colegios privados. Privados del todo, nada de concertados, que son un «quiero cole privado pero que me lo subvencione el Estado cuyos valores aborrezco».
es penosa la censura de este blog a cualquier comentario que no les guste o no cumpla su linea editorial
Creo que has errado el tiro, y lo siento.
La pretensión de Vox y sus compañeros de viaje en Murcia no es evitar la educación sexual en los colegios, ni ocasionalmente ninguna enseñanza concreta que difiera de su ideario.
De lo que va esta campaña es de fomentar la idea de que el Estado molesta, que agrede la sacrosanta libertad del individuo. «A mí nadie me tiene que decir la educación que le tengo que dar a MI hijo». «A mí nadie me tiene que decir la cantidad de hostias que le puedo dar a MI mujer en el seno de MI hogar familiar». «La educación es un adoctrinamiento del Estado» «A MIS hijos no le pone nadie vacunas si yo no quiero» Todo ello no es más que las mismas partes de un guión que enlaza con las bases del neo-liberalismo populista más extremo: No existe sociedad: Solo hay individuos y Estado; y éste debe ser muy pequeñito y meterse solo en sus asuntos: Es decir: represión y ejércitos. El resto de necesidades que se las satisfaga cada uno como le salga. Tendra lo que Dis diga que se merece.
A mí, Javier, no me ha creado contradicción alguna, ni me ha llevado a ningún huerto. Tengo muy claros los valores públicos y sociales que deben enseñarse en las escuelas, y que esto debe estar garantizado por ley confeccionada democráticamente por todos, no dirigido desde casa de cada uno a su gusto.
Y si con esa garantía me tocara aguantar, como aguanté yo, alguna visita de mi hijo o nieto a un cuartel de la Guardia Civil, o a la base de Rota, o a la factoría de Coca Cola, además de una misa con confesión diaria como método de perfeccionamiento personal, pues me aguantaré y trataré de cambiar los contenidos educativos vía democracia, como se ha hecho desde que no mandan los de Vox. Al fin y al cabo, aquellas actividades extra-escolares de los 70 resbalaron en mi formación como agua sobre espalda de pato.
Mire, Basajaun. Lo primero, lo penoso y triste es el anonimato cagón. Lo segundo, su mierda de comentario no tenía nada ni censurable ni no censurable. Pero por listo, se va a quedar en el puñetero limbo. Trols, los justos. Ahora, si me viene con nombre, apellidos y correo electrónico comprobable, quizá hablemos. Un poco de respeto.