No tengo ningún empacho en dejar por escrito que la gestión de las instituciones públicas vascas del desplome del vertedero de Zaldibar ha sido manifiestamente mejorable. Hablo, sobre todo, de comunicación, que, por desgracia, hoy como nunca antes resulta un factor más determinante que la propia acción. Incluso aunque lo hayas hecho medio bien —tendrían que convencerme con datos muy contundentes en este asunto—, eso no vale de nada si la percepción que llega a tus administrados es la contraria. Mucho me temo que ese está siendo el caso y que será complicado revertir la sensación. Resumido en plata, y por muy desazonante que suene, las cosas no son tanto lo que son sino lo que parecen. O lo que se consigue que parezcan.
Ahí enlazamos con el elemento letal: enfrente sí hay profesionales sin el menor escrúpulo capaces de hozar en la peor de las mierdas para vender a granel un relato ponzoñoso donde los hechos ciertos y trágicos —no pasemos por alto que los hay— son solo munición con la que disparar al enemigo. ¿Acaso no hay lugar para la crítica y la denuncia? Por supuesto, pero como servidor no nació ayer y es experto en cavernas de uno y otro signo, sabe cuándo un drama es celebrado con olas y congas. Lo vi, por ejemplo, en el atentado de la T-4, cuando el ultramonte diestro festejó que se habían cargado a dos pobres pringados porque eso alimentaba su discurso del odio. Luego, en el otro flanco, en el de nuestros trogloditas locales, he vuelto a asistir a idéntica necrófila ausencia de moral con algún caso muy sonado. Volvemos a las mismas. Cuánto asco dan los que llegan a denunciar con mil muertos de retraso.
Egunon
Soy vecina de Eibar y te puedo decir que hay mucho malestar en toda la zona. Primero, por que todavía hay dos personas enterradas en el vertedero y no hay muchos visos de solución. Segundo, por la reacción de la administración. Parece que no va con ellos la cosa, cuando es su responsabilidad el control del vertedero y las consecuencias del nefasto accidente. En mi casa hemos dejado de beber agua de grifo y si podemos el fin de semana nos vamos a otra zona porque aquí huele muy mal. Estamos respirando aire contaminado y si no me crees acércate a la Universidad Laboral y lo comprobarás todos los días. Hoy huele todavía peor. Alguien tendrá que asumir la responsabilidad de todo esto. Tercero, por la actitud de Urkullu en la rueda de prensa, muy insensible y chulesca. Y por último la prensa, que en lugar de hacer su labor de denuncia e investigación, nada, a darle bola al poder y a intentar culpabilizar a los denunciantes. Lo único que faltaba era nombrarle a Eta. Parece que no tenéis argumentos. Es un tema que ya no se lo cree nadie. Los vecinos de Zaldibar, Ermua , Mallabia, Eibar, Markina, etc, no somos políticos y no tenemos mas intereses que se les encuentre a los desaparecidos y que se solucione de una vez el problema medioambiental.
Un saludo
Evidentemente, Carmen, no me refiero a los vecinos, cuyo malestar es legítimo y perfectamente comprensible.
Quizás haya una tendencia acomodaticia en funcionarios de nivel medio que se han acostumbrado a ser unos privilegiados y que llegan, tras muchos años subidos a la parra, a creerse que el ciudadano es un ente subordinado a ellos.
Quizás esta desgracia al menos dé pie a agitar el arbolito de la teta pública para que se caigan las nueces, pero sólo las secas y podridas.
Y no deja de sorprenderme que ante el intento de linchamiento moral de Urkullu ( tiene el hombre un gabinete de comunicación peor que el de Maduro), los socios de gobierno hagan el Don Tancredo y silben a la vía.
Es época electoral ( como casi siempre) y se nota.
Sin duda, en la fauna político-mediática hay muchas especies: hay oportunistas necrófilos que aprovechan políticamente las tragedias; también hay papagayos que repiten el argumentario del partido contra viento y marea, por muy indefendible que sea la situación, así como malotes que fingen no pertenecer a ninguna manada y se enorgullecen de tener un berreo propio y original, aunque, en el fondo, cumplen el mismo trabajo que los papagayos.
No le diré que no. Pero se equivoca si cree que pertenezco a la tercera categoría. De malote, poco. De berreo, menos. Y firmo con nombre y apellido, apechugando con los ofendidos por el primer párrafo y linchado por los que se ven retratados en el segundo.