¿Que por qué estamos hablando otra vez de Bosé? Porque da audiencia. A la cadena que emite sus balbuceos patéticos, desde luego, pero también a quienes los repicamos a todo trapo. Incluso a los que nos frotamos el mentón y meneamos la cabeza con displicencia, como si no formáramos parte del mismo espectáculo de feria. No busquemos más allá. Renunciemos a encontrar grandes enseñanzas y a disparar sesudas denuncias. Ya escribí tras la primera entrega que las memeces en bucle de un tipo convertido en caricatura de sí mismo no iban a aumentar el parque de negacionistas de la pandemia. Quizá incluso ocurra lo contrario, es decir, que alguno de esos cantamañanas conspiranoicos que padecemos en nuestros círculos íntimos acabe viendo su propia ridiculez en el espejo de ese pobre desgraciado que un día fue una estrella del pop.
Ahora bien, tampoco pretendamos, como hace el autor de la nutritiva entrevista, que estamos ante un documento periodístico del recopón y pico ni tachemos de inquisidores a quienes muestran su desagrado por su emisión. Nos hemos caído de los suficientes guindos para saber que el domingo pasado y el anterior nos sirvieron un puro producto de entretenimiento. En este caso, uno basado en reírse del tonto de turno de la aldea global. Bien es cierto que con su total consentimiento.
Imposible sustraerse al efecto Bosé.
Aunque no quieras ver a ese tipo ni en pintura, se te aparece expuesto por todas partes.
Supongo que será el morbo del famoso jodido.
Rentable para la cadena, para el chico malo de diseño que es Evole, para los humoristas y para el PIB.
Entre Rociito, Bosé e IDA consiguen que no se hable de los Borbones, lo cual también es beneficioso para algunos.
Dices bien Javier…»con su total consentimiento» y yo me permito añadir: tras recibir un cheque por una sustanciosa cantidad de dinero»
Claro que la entrevista ha sido un «mero producto de entretenimiento», pero corremos el riesgo de que alguien tome al entrevistado como modelo de algo y para algo.
Eso es lo malo y en la medida de que eso sea así, la responsabilidad es de cada uno de los televidentes que, haciendo uso de su libertad de elección, decidieron sintonizar el canal en cuestión.
Pues allá ellos y sus consecuencias, porque esos tipos de programas también tienen efectos secundarios no deseados .
Pues eso, no tenemos otro problema que las gilipo….. que se le ocurren a este buen hombre, o a Rociito o Victoria Abril. Lo grave es que, al final, lo que digan todos estos no pasan de de “rellenar” unos espacios de entretenimiento. Pero los que copan telediarios, teleberris, periódicos, etc, son “personajes” con mando en plaza y acceso al BOE, o al BOPV que mienten, desbarran y tergiversan sin el menor pudor. Son mucho más peligrosos que el Bosé y compañía , pero también es mucho más problemático meterse con ellos.