La erosión silenciosa es el título de un robusto volumen —setecientas páginas de vellón— que recoge cómo a lo largo de los años el centralismo español rampante ha ido afanándole a la demarcación autonómica pequeñas dosis de autogobierno. No se trata de esas cuestiones que van a los titulares gordos y provocan visibles movidas que acaba resolviendo casi siempre a favor de Madrid el Tribunal Constitucional, juez y parte. Tampoco de las eternamente adeudadas transferencias que recoge negro sobre blanco el tan cacareado como incumplido estatuto de Gernika. Qué va. Son, como denunció la consejera Olatz Garamendi en la presentación de este censo general de mangancias, una suma continua de contumaces actuaciones fuera de los focos y el interés público que en conjunto han esquilmado el ya de por sí precario bosque de las competencias propias.
Hablamos de cuestiones en apariencia tan poco sospechosas como la concesión de tarjetas de aparcamiento para personas discapacitadas, un plan renove de automóviles o la normativa sobre claves digitales. Tal y como han documentado los servicios jurídicos de Lakua en un trabajo que profundiza hasta el vigésimo decimal, tacita a tacita, como en el célebre anuncio de café soluble de Carmen Maura que recordamos los viejenials, nos han ido arañando pedacitos de autogobierno. Quizá sea excesivo decir que España nos roba, pero está claro que nos sisa de un modo continuo e independientemente del color del gobierno. Es muy procedente la acusación que contiene este trabajo, pero no se puede quedar simplemente en el enésimo pataleo. Va siendo hora de parar los pies al rapiñador.
Lo dice bien el propio artículo al principio: la sisa es (en su caso, agrego yo) de autogobierno (competencias), pero no de dinero$, porque difícilmente puede el maligno estado birlar guita si esta la recaudan las instituciones vascas gracias al inefable cupo.
Y lo de «en su caso», lo mantengo. No ya es que no quede excesivamente estético que el E.Jaurlaritza vaya quejándose cuando las transferencias ya están calendarizadas (jo con los palabras, también), porque para gustos, colores. Es que, a la espera de leer el tocho, un servidor alberga serias dudas de la existencia de esa erosión (otra «word» curiosa).
Entiéndaseme: no me creo que en el País Vasco se haya llegado al punto que el único símbolo presente del estado sea la cornamusa del símbolo de Correos (como escribió Ramón Jáuregui en su libro «El país que yo quiero» hace más de 25 años ya, por cierto), pero tampoco veo alrededor de mí rastros de procesos geológicoadministrativos que demuestren que el malvado y más que pernicioso ente hispano nos tiene manía. Pero sí, aparcaremos lecturas pendientes y nos sumergiremos en ese «cahier de doleance» que la consejera de Autogobierno, en la mejor tradición de Jano, nos presenta con una faz mientras la otra negocia con el ministerio de los ministros efímeros. Sacar algo en claro, no sé, pero al menos… iba a escribir que nos divertiremos, pero creo que ni eso 🙁
Hay que tener en cuenta que los de la mano larga forman parte del Gobierno Vasco e Idoia señala al todopoderoso Ferraz dónde guarda Urkullu las competencias. Y claro, luego viene Pedro y las sisa. Con una sonrisa y dos c…
La tradición socialista de putear a la CAV incumpliendo pactos, negándose a completar las competencias del estatuto viejo robadas y ninguneando al Lehendakari forma parte de la cultura política de esta formación. El PSOE es el partido más concienciado con la unidad de España, más que PP y VOX juntos.
Pero todos tranquilos, que tacita a tacita los que tienen que cabrearse en nombre de sus votantes se enfadarán un poquito y durante un ratito, sin alborotos ni malas caras.
El señor Ortúzar, que de de estas cosas sabe mucho, decía ayer en DEIA que trankis todos, que vamos a conseguir un estatuto nuevo, pero sin prisas para no malograr acuerdos.
Si hemos esperado más de cuarenta años para tener un cacho grande del viejo, perfectamente se puede esperar otros cincuenta para tener uno nuevo más bonito y moderno.
Y es que tratar de tú a tú al estado español requiere mucho cuajo y ser un poco tosco. No hay más que leer en EL PAIS que se está pensando en incorporar jueces militares en los tribunales contencioso- administrativos de más alto rango por estar bloqueada su renovación. Y claro, unos se retiran y otros se mueren. Con España en juego, no se puede mirar hacia el futuro. Siempre vuelve el pasado. Con jueces militares por medio, vaya Vd. a reclamar lo que le han chorizado. Igual acaba Vd. en el Puerto de Santa María.
Además en cincuenta años todos calvos, en términos de nacionalismo no español.
Esta claro, no me he leído las setecientas páginas del «robusto informe» que cita Javier, por lo tanto no puedo hacer una valoración de lo que el centralismo, de forma lenta y continua, nos va quitando de autogobierno.
Dicho esto, la impresión que tengo es de que en muchos casos, en esos de menor importancia, no es por motivos ideológicos o voluntad política, sino más bien por una resistencia de la pura Administración Central, y su funcionariado, que no ve un traslado de poder, sino una transferencia de sus propios puestos de trabajo.
La verdad es que el perjuicio político del incumplimiento del estatuto por la dejación deliberada de los traspasos de competencias y los servicios a ellas asociados es, en ningún caso, económico, ya que se trata de gastos que asumiría el Gobierno Vasco, siendo financiados por tanto por la recaudación que correspondiera, en el caso de que estuvieran transferidas y por tanto incluidos en los presupuestos.
La situación actual de no transferencia de esos servicios es una merma en las posibilidades políticas, de mejor gestión, oportunidad de las medidas, criterios de política económica, control administrativo. Mintras, el pago que se realiza a la Administración central vía cupo (6,25%) -como todas aquellas partidas no cedidas a la CAV ( por ejemplo la casa del rey, defensa, representación exterior, etc…)- corresponde a una entidad y oportunidad que se ha decidido en Madrid. Esa es la sisa. Cuanto más paguemos del cupo que no hayamos decidido en Vitoria, más sisa se da.
El deseo de transferencia es simplemente una presunción de mejor gestión, cuyo cumplimento debe ser el objetivo del Gobierno, y que participa de igual pretensión de todo aquello incluido en el Estatuto de Gernika.
Que a su vez sea una disputa de reparto de puestos de trabajo, o una aplicación estratégica de colocación de funcionariado afín, con todas aquellas relaciones clientelares que se quieran… Pues vale. Pero si es así, que se cumpla el Estatuto, porque para que alguien decida sobre concesiones a minusválidos o asignación de cuotas de dependencias o planes «renove» de automóviles, lambrettas u ollas express, ya sea con o sin clientelismo, yo prefiero que lo hagan aquí (Sabin Etxea o Ajuria Enea) que allí (Ferraz o Moncloa)
¿O es que la historia demuestra que en Euskadi se da más la malversación y el clientelismo que en España?
Es que, según el artículo 149.3 de la Constitución, hablando de a quién corresponden las competencias, dice… «al Estado, cuyas normas prevalecerán, en caso de conflicto, sobre las de las Comunidades Autónomas en todo lo que no esté atribuido a la exclusiva competencia de éstas. » Con lo que el Tribunal Constitucional siempre dará la razón al Estado en este tema.
Nuestra situación es que andamos pidiendo que el Estado no meta mano en aquello que, según la Constitución, puede meter mano. ¿No sería mejor plantear la independencia o algo así? Pregunto. Es que pedir al Estado que nos deje hacer todo es como pedir la independencia, no creo que siendo más claros nos vaya a ir peor. A no ser que lo único que queramos es protestar por protestar, entonces sí.