Jamás me alegrará la muerte de nadie. Otra cosa es que no lamente todas con la misma intensidad. Exactamente como cualquier persona. No creo ser único en esto. En cualquier caso, en lo que sistemáticamente no caigo es en la creencia estúpida de que irse al otro barrio convierte a alguien en buena persona. Quizá, con el cadáver caliente, proceda morderse la lengua en una actitud que es no tanto de respeto como de renuncia voluntaria a decir en voz alta lo que cualquiera debería saber sobre el finado. Total, ya qué más da.
Y ese principio apliqué el pasado viernes al tener conocimiento del fallecimiento de José Antonio Troitiño, autor, que se sepa, de 22 asesinatos a cada cual más despiadado y de los que jamás expresó nada remotamente parecido al arrepentimiento. El mero enunciado de lo que acabo de escribir hace innecesario cualquier otro añadido. Pensé tan sincera como ingenuamente que ese silencio de los que no queremos embarrar el campo tendría su correspondencia entre los prójimos de militancia del difunto. Poco tardé en comprobar mi fallida apreciación. Por brutal que pueda parecer (en realidad simplemente es ilustrativo), los más destacados portavoces de la segunda formación política de la CAV y sus mariachis mediáticos corrieron a convertir semejante trayectoria sanguinaria en objeto de glosa heroica. Se habló sin tapujos de su sonrisa, de su luz, de su ejemplo, de su contribución a la lucha del pueblo vasco y se acusó de óbito a la “política penitenciaria asesina”. Qué palabra, esa última, para escribirla y pronunciarla junto al nombre de alguien que se ha llevado por delante veintipico vidas.
Comparto la opinión de Javier.
De acuerdo, con mantener un silencio respetuoso inicial por quien fallece, pero su defunción no anula todo el mal cometido. Podrá no ser ya juzgado ni procesado. Es decir, sus acciones ya no tienen recorrido en el ámbito judicial, pero la Sociedad, la Historia no puede olvidar lo que fueron y lo que hicieron. Aunque se pueda llegar a perdonar, pero es otra cosa.
¿Quiénes opinan lo contrario, están dispuestos a ser igual de indulgentes con Franco, o con Hitler, por poner dos ejemplos, y sin querer hacer comparaciones a nivel de personas?
No demos por bueno lo que decía un amigo mio: «yo no quiero ser buena persona, porque parece que sólo se mueren los buenos»
De la primera a la última palabra, totalmente de acuerdo.
Nada más que añadir.
Un asesino es un asesino. Y éste lo era a mansalva.
Lo dices bien claro, no hace falta añadidos.
Bueno, Sortu ha puesto al frente de su estrategia política a Davis Plá. Esto es; a un jefe militar. Es lo que hay. Es lo que son.
Es la contradicción evidente entre la imagen que necesitan para mantenerse como segunda fuerza y el origen del que vienen. Nada nuevo bajo el sol, al PP también le pasa. Aunque me pregunto cuánto tiempo tardaremos por aquí en tener nuestro propio Vox. ¿Un par de décadas? Gente que más o menos piensa exactamente lo mismo que Bildu pero que no esconde las ganas de dar vivas a asesinos confesos y que están contentos con una limpieza étnica, digo…