Una de Rajoy. Despúes de haber sacado a patadas a Rita Barberá del PP, asiste a un acto en recuerdo de la doña difunta. Por si no fuera bastante con la desvergonzada hipocresía, tuitea: “El homenaje que hoy rendimos a Rita Barberá es también para todos los concejales y para tantos a los que el terrorismo arrebató la vida”. ¡El terrorismo!
Otra. El mismo día en que los ciudadanos recibimos la factura del sablazo eléctrico de enero, con hostias medidas en euros que no las arrea ni Mike Tyson, el gachó se queda más ancho que largo piando que hace dos años la luz costaba más. Lo suelta en el Congreso, y todavía tiene el desahogo de hacerse el ofendido. “Es increíble que tenga que explicar que la lluvia influye en el precio”, rezonga.
Una más. El día anterior, y en el ya mentado clima de cabreo cósmico por la saña de los señores de la energía, nos enteramos de que el exdirector de la Guardia Civil, amén de amigo íntimo y paisano de Tancredo, Arsenio Fernández de Mesa, engrosará el Consejo de Administración de Red Eléctrica Española. Hasta el líder del felpudo naranja en que se refocila Rajoy califica como dedazo el nombramiento del antiguo baranda verdeoliva.
¿Que por qué las gasta así y peores el presidente del gobierno del reino de España? Simplemente, porque puede permitírselo. Va sin cadena por la pista política. Recién reelegido tras aplastar a sus rivales por desgaste, mire a donde mire, no encuentra nada parecido a una oposición. Todo lo que hay son dos partidos, PSOE y Podemos, entregados en cuerpo y alma a sus feroces reyertas internas. Dentro de un tiempo se dirá: “Así se las ponían a Mariano”.