“¡Ya está bien de exigir al PP la condena del franquismo y de la dictadura en todo momento y en toda situación!”, protestó anteayer la secretaria general de la sucursal vasca de la formación gaviotil, Nerea Llanos. Era su curiosa forma de echar un capote a su conmilitón y concejal en Durango, Juanjo Gastañazatorre, notable zascandil que después de fotografiarse de nazi sonriente en el carnaval de Tenerife—dando muy bien el tipo, todo hay que decirlo—, tuvo los santos bemoles de negarse a suscribir una declaración de condena contra el bombardeo fascista de su pueblo en 1937.
Pocas bromas con eso. Estamos hablando de 336 personas muertas y de la reducción a escombros de buena parte de la villa en lo que fue una de las primeras acciones de castigo contra poblaciones civiles, amén de precedente inmediato de la masacre de Gernika. Abstenerse en la reprobación de tal barbarie 78 años años después de que se produjera delata demasiadas cosas y me temo que ninguna buena. Es un retrato de similar catadura al que se hizo con la gorra de plato, la cruz gamada y las dos eses con forma de rayo, solo que en esta ocasión no cabe el beneficio de la duda por la transgresión carnavalera.
Da entre rabia y asco, además, que una vez que se monta el necesario escándalo por su mezquina actitud el tipo salga con el pretexto ramplón de que no tenía muy claro uno de los puntos de la declaración y por eso prefirió no meter la pata. Pues la metió hasta el fondo. Y como remate y redondeo del círculo —o sea, del circo—, su superiora jerárquica se hace la ofendida porque le pedimos al PP que condene el franquismo. Anda ya.