Una noticia despistada en la maraña de la actualidad: Lander Martínez será el portavoz de Elkarrekin Podemos en el Parlamento vasco. Enunciada como afirmación, casi cuela. Pero esta vez el mensaje está en la parte que queda en sombra. Es la versión negativa la que habla: Pili Zabala no será la portavoz parlamentaria de la coalición que la presentó como candidata a lehendakari. ¿A nadie le sale de ojo? Después de intentar convencer a la ciudadanía de que era la persona indicada para asumir la presidencia del Gobierno Vasco, se decide que entre quienes le acompañaban en las listas, hay alguien más idóneo para ejercer la portavocía.
De entrada, se me ocurre que era una información que se debía haber suministrado a los votantes: “Miren ustedes, para Ajuria Enea, sí; para la tribuna de oradores, no”. Pensaba uno que en la inmaculada nueva política no se estilaban ni el ocultamiento ni el culebreo. Todo a la cara. Ya vemos que no. Algún pie para la suspicacia ya da. Máxime, cuando ante lo que los miopes vimos como un incumplimiento de expectativas del carajo de la vela, se nos explicó con tono de institutriz cabreada que estábamos ante una irrupción sideral en la cámara vasca. Bonita forma, entonces, de recompensar a quien ha puesto rostro y alma a ese éxito sin precedentes: relegarla a un puesto ornamental y, en lo sustantivo, a poco más que un dedo que apriete un botón. ¿Que tomará la palabra en las cuestiones de paz y convivencia? No me cabe la menor duda, y será el modo de confesar sin tapujos el tipo de razones a que obedeció su elección, y en el mismo viaje, que se trató de una decisión fallida.