Después de lo de echarse a cara o cruz la segunda dosis de AstraZeneca, parecía difícil batir el récord de esperpentos vacunatorios, pero en eso llegaron las autoridades sanitarias del Estado francés y pulverizaron la marca. Para que luego digan de las chapuzas y la improvisación celtibéricas, a alguien de las altas instancias médicas galas se le ocurrió que podía ser una buena idea convertirse en la gran meca de la inmunización de toda la Unión Europea. Desconozco si fue una cuestión de chauvinismo o, simplemente, el enésimo infierno alicatado hasta el techo de buenas intenciones. La cosa es que, sin encomendarse ni a Dios, ni al diablo, ni a los responsable de la salud pública de los países vecinos, en el Hexágono se puso en marcha un sistema de reservas de vacunación abierto literalmente a todo quisque. Bastaba apuntarse y presentarse con el carné de identidad en el punto más cercano, que en nuestro caso era el vacunódromo de Biarritz. Y ahí que se fueron nutridos grupos de gipuzkoanos y navarros, principalmente adolescentes y jóvenes, de procesión inmunizatoria. No es difícil imaginarse la sorpresa y el cabreo de las autoridades sanitarias locales ante el inmenso desvarío de repartir viales de suero como si fueran botellines de agua. Gracias a los medios de comunicación, que hemos dado cuenta de la noticia con gran escándalo, se ha cerrado el grifo al otro lado de la muga. Y no deja de llamar la atención que haya sido con el mayúsculo enfado de quienes sienten que se les birla un derecho inalienable porque consideran que una vacuna es un bien de consumo exactamente igual que unas zapatillas deportivas o un frasco de colonia.
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Una propuesta estúpida
Tonterías animadas de ayer y hoy. La menguante sucursal navarra del PP propone en el Parlamento foral que se exija a la Comunidad Autónoma Vasca que se abstenga de celebrar el Día de Euskadi el 3 de diciembre. En argumento propio de criaturas de primaria, la franquicia gaviotil viene a sostener que la fecha está pillada, chincha raviña, y que los malvados vecinos de la demarcación autonómica tienen el resto del calendario para poner su fiesta institucional.
La lista de memeces concurrentes es interminable, pero habrá que señalar como primera el hecho de que se trata de una venda para una herida que aún no se ha producido… y probablemente, ni se producirá. Todo lo que hay hasta el momento en el Parlamento Vasco es una iniciativa absolutamente legítima de EH Bildu que se debatirá y, si es el caso, se votará cuando toque. A partir de ahí, la decisión está en manos de la cámara de Gasteiz, o sea, de los partidos que representan a la ciudadanía de los tres territorios. ¿Con qué derecho entromete su hocico una formación que ni pincha ni corta? Corrijamos: unas formaciones, en plural, porque UPN ha apoyado a bloque la soplagaitez y el PSN, más timorato, también lo ha hecho en dos de sus tres puntos.
Como han señalado, supongo que con dificultad para disimular las carcajadas, las y los portavoces del cuatripartito, el asunto se sitúa, amén de en la injerencia, en el absurdo, la ridiculez y el esperpento. Si lo suman todo, hallarán como resultado el patético autorretrato de una oposición que trata de conjurar su ineficacia dejándose arrastrar, bonita ironía, por sus sempiternas obsesiones identitarias.