Rusos, ¿para qué?

Risas con los rusos. Aunque se comprende que parece como puesto a huevo, no sé yo si las haría. ¿Nadie recuerda ya el descojono con el Comando Dixán? Pues luego vino el 11-M, y de ahí en adelante, la oleada de matanzas en nombre del Islam en el infiel Occidente. Vamos, que dicen en la tierra de mi padre que haberlas, haylas. Por lo demás, con una docena de lecturas no necesariamente de ficción sabríamos cómo las gastan las huestes putinescas. ¿Teoría de la conspiración? Como para fiarse y no correr. Nadie mejor para contarlo, si quisiera, que el avezado catalanista Julian Assange.

Otra cosa, de acuerdo, es que en la tragicomedia del nordeste estén de más los mercenarios profesionales de la manipulación. Nos bastamos y nos sobramos con los amateurs, igual en Independilandia que en Hispanistán o en la inmensa Babia intermedia de los equidistantes, los ni carne ni pescado, los que pretendemos no hacernos trampas al solitario y, en general, cualquiera no dado a las adhesiones inquebrantables.

Ahí iba yo. ¿Quién necesita que le lave el cerebro un ruso cuando se lleva de serie inmaculado a la medida exacta de la causa en que se milite? El descaro llega a tal extremo, que se miente utilizando la verdad. Ahí tienen, por ejemplo, a los que están confesando en fila india que se declaró la República cuando no estaba ni a medio hacer, e inmediatamente después aseguran que no han dicho lo que han dicho, pero vuelven a repetirlo ante la siguiente alcachofa que les ponen. Lo tremebundo es que las teóricas víctimas del trile no se revuelven contra quienes se la han pegado sino contra quienes constatamos el engaño.

Una propuesta estúpida

Tonterías animadas de ayer y hoy. La menguante sucursal navarra del PP propone en el Parlamento foral que se exija a la Comunidad Autónoma Vasca que se abstenga de celebrar el Día de Euskadi el 3 de diciembre. En argumento propio de criaturas de primaria, la franquicia gaviotil viene a sostener que la fecha está pillada, chincha raviña, y que los malvados vecinos de la demarcación autonómica tienen el resto del calendario para poner su fiesta institucional.

La lista de memeces concurrentes es interminable, pero habrá que señalar como primera el hecho de que se trata de una venda para una herida que aún no se ha producido… y probablemente, ni se producirá. Todo lo que hay hasta el momento en el Parlamento Vasco es una iniciativa absolutamente legítima de EH Bildu que se debatirá y, si es el caso, se votará cuando toque. A partir de ahí, la decisión está en manos de la cámara de Gasteiz, o sea, de los partidos que representan a la ciudadanía de los tres territorios. ¿Con qué derecho entromete su hocico una formación que ni pincha ni corta? Corrijamos: unas formaciones, en plural, porque UPN ha apoyado a bloque la soplagaitez y el PSN, más timorato, también lo ha hecho en dos de sus tres puntos.

Como han señalado, supongo que con dificultad para disimular las carcajadas, las y los portavoces del cuatripartito, el asunto se sitúa, amén de en la injerencia, en el absurdo, la ridiculez y el esperpento. Si lo suman todo, hallarán como resultado el patético autorretrato de una oposición que trata de conjurar su ineficacia dejándose arrastrar, bonita ironía, por sus sempiternas obsesiones identitarias.