Supongo que debería indignarme, pero al intentar poner gesto de cabreo, me entra la risa floja y no puedo parar de descuajeringarme vivo. Qué tropa, literalmente, los de la XIX promoción de la Academia General del Aire del ejército español, que andan intercambiándose bravuconadas en un grupo de guasap con hedor a abrótano macho, caspa y sobaquina. “No queda más remedio que empezar a fusilar a 26 millones de hijos de puta”, teclea con ardor guerrero y vaya usted a saber después cuántas dosis de Sol y Sombra, un generalote retirado que atiende por Francisco Beca. Otro milico desaforado, un tal coronel Andrés González Espinar, se lamenta: “Qué pena no estar en activo para desviar un vuelo caliente de las Bárdenas [sic] a la casa sede de estos hijos de puta”. Se refiere el espadón, como habrán imaginado, a los rojoseparatistas que —¡a su muy hondo pesar!— gobiernan porque así lo han querido los votos en el Estado español.
Busquen por ahí los cruces de regüeldos porque, salvo que tengan la querencia por tomarse en serio a quienes no se debe, pasarán un rato entretenido y obtendrán el retrato a escala de las jamás depuradas fuerzas armadas del Reino de España. No les sorprenderá que varios de los biliosos uniformados firmaron la famosa carta de apoyo a Felipe VI plagada de fascistadas sin cuento. País.