Trivializar el cannabis

Si no fuera trágico, resultaría gracioso. Es, en todo caso, grotesco y, por descontado, un autorretrato de la tediosa superioridad moral de los monopolistas del progresismo. De un tiempo a esta parte, la hizkierda berdadera se apuntó como moda a la justísima y razonable demanda por tomarse en serio la salud mental del personal. Con esa fe hiperventilada del converso y ayudados por episodios como el de la gimnasta Simone Biles, llevan meses dándonos la murga sobre la necesidad —insisto que indudable— de acometer el tremendo problema de las patologías que nos minan el alma. Al mismo tiempo que lo hacen, y ahí es donde va esta columna, se embarcan como eternos adolescentes que se niegan a madurar en la antiquísima reivindicación de la legalización del cannabis con fines recreativos.

¿Qué tiene que ver lo uno con lo otro? Cualquier profesional de la neurología, la psiquiatría o la prevención de la drogadicción les explicarán con pelos y desagradables señales que la presuntamente inocente maría en sus diversas presentaciones está detrás de severísimos problemas mentales, principalmente en jóvenes. Me consta, porque yo también he pasado ese sarampión, que el buenrollismo molón y desinformado (o falsamente informado, que es peor) ha fomentado la trivialización de una sustancia que tiene consecuencias demoledoras en quienes la consumen de forma habitual. La confusión con el defendible uso terapéutico y la hipocresía argumental hacen el resto. Se dice que es mejor que sea legal porque así se evitan las mafias y hay un mayor control sobe el producto. Lo dicen quienes defienden ilegalizar las webs o los locales de apuestas. No es serio.

La gran tragicomedia vasca

Cuánta razón tenía La Lupe: “Teatro. Lo tuyo es puro teatro, falsedad bien ensayada, estudiado simulacro”. Aplíquese a cualquiera de los amenizadores de nuestra verbena interminable. Cada quien se sabe su papel y nos lo larga con la misma alegría con que los niños echan pan a los patos. Lo penúltimo -aquí nunca hay último- ha sido la epístola de Eguiguren a los corintios del que es, fue y será su partido, no lo ponga nadie en duda.Tocaba puñetazo encima de la mesa, rasgado limitado de vestiduras y apariencia de Quosque tandem, Zapatero, como si a estas alturas del camino a su debacle al interpelado se le fuera a descircunflejar la ceja por que lo llamen cobarde, gallina, capitán de las sardinas. Cosas peores le llaman en los corrillos de los comités federales. ¿Quiénes? Los mismos, empezando por el fariseo Bono, que se han lanzado a proclamar la gallardía del leonés amortizado.

Show must go on

Desengáñense los que han visto en la carta del presidente del PSE un nuevo acto de pundonor del héroe que se enfrenta a la corriente. Si fuera tal, hace tiempo que le hubieran dado la boleta, siguiendo las normas de la casa del puño y la rosa para con los auténticos disidentes. Esa descarga, convenientemente empapada de patriotismo español (¿o es que nadie ha leído el texto completo?), venía en el guion. El pie se lo había dado el mismísimo Patxi López al declarar, cual si se hubiera caído del caballo camino de la sala 61 del Supremo, que Sortu no es lo mismo que ETA, obviedad que adquirió tintes de esperpento cuando la repitió en gallego el ministro de Justicia español que había llevado a los jueces toda la papela que pretende demostrar lo contrario. ¿Y nadie manda parar la función después de un contradiós así? No; el espectáculo debe continuar.

Y continuó. El secundario de campanillas Basagoiti recitó su parte. La reacción previsible antes de que supiéramos que todo está más trucado que la Bultaco de un quinqui habría sido reclamarle a López que le devolviera el rosario de su madre y que se quedara con todo lo demás. Se conformó, sin embargo, con hacer una de sus gracietas –Batasortu, juas, juas- y fingir que le pedía a su socio que no se despiste, no sea que le vaya a dejar sin su trozo de la makila. Mientras, el proscrito Rufi Etxeberria, que no es ajeno a la tragicomedia y que no se deja preguntar en cualquier sitio, volvía al templo maldito del txori a explayarse tal y como tiene expresamente prohibido por mandato parlamentario rubricado por PSE, PP y la comparsa unipersonal UpyD. ¡Telón!

Unas víctimas no son ‘las víctimas’

Entre el despiste, la (mala) costumbre y la no disimulada intencionalidad, muchos periódicos mentían ayer al titular que “las” víctimas han convocado una manifestación para exigir que se impida “la vuelta de ETA a las instituciones”. He echado mano de las comillas para señalar las dos trolas que contiene el enunciado. La segunda es atribuible a las organizaciones que han hecho el llamamiento. Se pongan lo estupendas y vocingleras que se pongan, la banda jamás ha estado como tal en ninguna institución. Y aun tragando la rueda de molino político-judicial de que todo el monte de la izquierda abertzale ilegalizada fue orégano con aroma a ETA, ese potito tóxico no vale para el presente. Si algo dejan claro los estatutos de Sortu es su desmarque por quintuplicado de las pistolas y las bombas. Por tanto, pretender que los hipotéticos cargos electos de la formación serán terroristas es, además de algo que huele a materia querellable, una falacia del nueve largo.

Clase de lengua de EGB

Con tener su miga esa manipulación que quedará impune gracias a la dispensa para calumniar de que gozan ciertos colectivos, me escandaliza todavía más la otra falsedad que entrecomillaba. Sí, ese articulo determinado aparentemente inocente que se antepone al sustantivo. No nos perdimos esa clase de lengua en la vieja EGB, ¿verdad? Decir “las víctimas” supone incluir a todas y cada una de ellas. Anda que no llevamos años dándole vueltas a quién sí, quién no, quién más, quién menos, para que ahora resulte que ya se había hecho un censo oficial completo y cerrado. Que no nos vendan motos. No son “las” víctimas (curioso, que también se sobreentienda que todas los son del terrorismo), sino “unas” víctimas muy determinadas y con unas obediencias muy concretas las que han llamado a secundar la marcha callejera del 9 de abril en Madrid.

Es todavía más descacharrante que se arroguen la representatividad exclusiva cuando canta ópera que la convocatoria obedece, justamente, a reyertas internas en el mismo corazón de los patanegras del victimismo. Resulta que hace unas semanas -el 5 a las 5- las huestes escindidas de la oficial AVT y reagrupadas en la fundamentalista VCT que acaudilla Francisco José Alcaraz montaron un happening en la capital del reino. La cacharrería consignil era la habitual, pero lo único que se pretendía era marcar paquete, además de dejar en feo a su antigua nave nodriza. Acusado el golpe, la AVT ha contraatacado llamando a un nuevo sarao. Así que no son “las” víctimas sino “unas” víctimas. Unas de tantas.

Twitter y la legalización de Sortu

Muchas de las pataletas biliosas ante el nacimiento de lo que ya sabemos que se llamará -valga la redundancia, por cierto- Sortu invitan a la llantina desesperada o al berrinche estratosférico. No se veía tal saña al fondo a la derecha desde que en mayo de 2001 al dúo estático Jaime & Nicolás se les escachufló el cuento de la lechera cuando ya se habían mandado fabricar una silla para dos culos en Ajuria Enea. Está que muerde la caverna y sus tarascadas feroces podrían llegar a dañarnos… si nos las tomáramos en serio. Por fortuna, conocemos el antídoto: nada como una carcajada estentórea para dejarlos descolocados y con cara de pasmo. Es lo que, modestamente, intentó este servidor de ustedes con el viejo Cocidito y lo que anda practicando el personal con más de dos dedos frente y anchas encajaderas en Twitter, bendito invento que lo mismo sirve para poner en jaque a tiranuelos apoltronados que para convertir la mala leche en un buen momento Nescafé.

#BatasunaRequisitos

Bisbal, Pérez Reverte o Alejandro Sanz saben de qué va la vaina y ahora también los apóstoles de la ilegalización sí o sí. Bajo la etiqueta #BatasunaRequisitos, un ejército de tecleadores semianónimos pertrechados de ironía de varios calibres se ha lanzado a hacer el inventario de las condiciones que una buena ley de partidos debería poner a la izquierda abertzale para que esta probara que su propósito de enmienda no es de mentirijillas. Cierto es que algunas de las propuestas destilan un tufillo a Brunete y tienen un claro ánimo tocapelotas, pero en la mayoría prima un sano ingenio.

Sin más preámbulos, prescindo de las voluntariamente ofensivas y les pongo en fila india una selección de las que combaten con humor el esperpento legislativo español. Esto es lo que debería hacer Sortu si quiere recibir todas las bendiciones jurídicas: Que admitan que son los vascos los que quieren ser navarros, y no al revés. Que exijan que ETA entregue sus armas al gobierno español para que este las pueda vender a Israel y Marruecos. Condenar (que no rechazar) el uso de ropa de montaña cuando no vas a la montaña. Que cambien de chivo expiatorio: las cosas que eran culpa de Madrid pasarán a ser culpa de la crisis o los mercados. Que digan claramente que Cristiano es mejor que Messi. Que se enseñe en las ikastolas que el sexo no es una imposición imperialista española y que también forma parte de la cultura vasca. Que todos los pueblos que terminen en ETA acaben en ‘Del Rey’ a excepción de Anoeta, por razones obvias. Larga vida a Twitter.

Sabían lo que tenían que hacer

Con suficiencia, altanería y facundia, los autoerigidos en depositarios de las esencias democráticas nos cascaban desayuno, comida y cena la pildorita dorada: “Batasuna ya sabe lo que tiene que hacer”. El taimado Pérez Rubalcaba, el martillo Caamaño, el apocado López, el amuchado Ares, el cambiante Jáuregui, y por supuesto, el talantudo Zapatero repetían el exordio como una letanía para conjurar la evidencia que los iba arrinconando y dejando sin excusas. Eran plenamente conscientes -unos, porque no nacieron ayer y otros, porque se lo habían explicado con cubitos los más listos- de que huían hacia adelante y de que al final de la escapada les aguardaba la pared. Por supuesto que la izquierda abertzale ilegalizada sabía lo que tenía que hacer. Lo había demostrado en Gernika y en Iruña, y ayer lo reconfirmó en Bilbao con una contundencia apabullante en el rechazo de la violencia, y con mención explícita de la ejercida por ETA para tembleque de canillas de quienes se iban a agarrar a ese clavo ardiendo en la justificación de su cerrilidad. ¿Ahora qué?

De acuerdo, me tiro yo mismo del guindo. Ahora, nada. Los heraldos del no se buscarán cualquier otra consigna o, con un par, seguirán ordeñando la misma. No están dispuestos a dejar que la realidad les despanzurre el chiringuito dialéctico al que están atornillados. Ya podían haber comparecido Rufi Etxeberria, Marian Beitialarrangoitia e Iñigo Iruin de picados de San Vicente de la Sonsierra, atizándose la espalda sangrante con el flagelo de puntas, que el veredicto habría sido idéntico: todavía es poco. Siempre será poco, y como son los dueños del balón, la única opción saludable es apretar los dientes, enfriar la bilis y continuar caminando.

Nuevo lenguaje

Nos puede ayudar en ese ejercicio de templanza echar la vista atrás. Aunque la tentación sea el desánimo, un examen de conciencia y de escenario sin derrotismos ni autocomplacencias nos mostrará que en apenas un año se ha avanzado más que en los treinta anteriores. Basta el lenguaje utilizado ayer en el Euskalduna, limpio de retóricas militaristas plúmbeas, directo al grano, genuinamente político, como prueba de que ya no estamos en la vieja, inútil y desesperante telaraña. La ausencia de ambigüedades certifica que quien tenía que ir en serio va en serio. De hecho, eso es lo que más miedo da a los que sólo saben jugar al catenaccio político porque se han quedado huérfanos de su comodín favorito y cada vez se verá con más claridad que los únicos que desean la continuidad de ETA son ellos.