Basagoiti entre líneas

Cuando el diablo se aburre, mata moscas con el rabo. A Antonio Basagoiti, sin embargo, le da por sacarse de la sobaquera polémicas artificiales a ver quién pica. Y sí, lo reconozco: salvo error u omisión, soy el primer panchito que se ha tragado el anzuelo en la de más reciente creación. Vaya en mi descargo que andaba necesitado de material para el tecleo y que siento una atracción fatal e incontrolable por las paridas. Miren que pensaba que tenía cubierto el cupo de esta semana con la revelación de que el Reino Unido dispone de un plan de contingencia ante una posible invasión zombie. Pues no, tuvo que venir el presidente del PP vasco a empujarme al borde de la sobredosis con un estrambótico melón para abrir: ¿debe vivir el lehendakari en Ajuria Enea? Confiesen que en la cena de nochebuena no hablaron de otra cosa.

Siete párrafos de vellón le dedica en su blog a tan candente asunto, arrancando con un titular de los que atrapa al lector sin contemplaciones: “Lo importante no es si Ajuria Enea es cómoda”. Resulta curioso que lo diga él, que tiene tantas posibilidades de instalarse allí como servidor de mudarse a Beverly Hills. Y también tiene su cosa que el teorema no sea de aplicación a todos los lehendakaris sino, vaya por Dios, al que acaba de ser investido. Si no imaginan por qué, piensen en algo de tres letras o, directamente, lean la argumentación: “Hace un año que ETA aseguró que nunca más volvería a atentar, y transcurrido este tiempo no parece que sea esencial residir en Ajuria Enea por motivos de seguridad”. O sea, que según interese, ETA sigue siendo el problema o ha dejado de serlo; vaya, vaya.

Me anoto esa frase para recordársela cuando mañana o pasado sostenga exactamente lo contrario. Aunque únicamente haya sido para llevar el agua a su molino en un debate de usar y tirar al que no merece la pena entrar, Basagoiti ha reconocido por fin lo que no se cansa de negar.

De pronto, Superlópez

Fue un destello, tal vez un fogonazo, una golondrina que seguramente no hará verano o una de esas insólitas ocasiones en que, como canta Fito, se acierta por error. ¿Un pájaro, un avión? ¡No! Era Superlópez, con la capa recién planchada y un imaginario rizo engominado cayéndole sobre la frente mientras le escupía las verdades del barquero al vecino tocapelotas del piso de al lado. En cinco minutos que se antojaron de dibujos animados lo dejó a la altura del musgo. Cacique y antivasco fue lo más suave que le largó el Naranjito jarrillero al Zruspa riojano. De postre, lo de los abortos y, para el que quisiera repetir, un mandoble al PP que lo sostiene y un coscorrón al Gobierno español a la fuga —carne de su propia carne— que lo consintió.

Si se perdieron ese instante mágico, sublime, de conjunción mística de todas las fuerzas del universo tras el atril de Nueva Lakua desde el que habló el Hombre Nuevo (pero nuevo, nuevo), deben buscarlo en Youtube. O en el top-manta, que un prodigio así es digno de editarse en DVD y ser pirateado. Con banda sonora de Encarnita Polo, por supuesto. Pongan la música mientras lo leen, que si no, no tiene gracia: “Suspira el viento, tocando las campanas, Patxi, tocando las campanas, Patxi, tocando las campanas, Patxi, Patxi, Patxi, de los conventos. Patxi, Patxi, Patxi… es mi Patxi, Patxi, Patxi, Patxi”.

Dirán que estoy exagerando, pero les juro que no. El de Portugalete parecía… ¿Con qué se lo compararía yo? ¡Ah, ya sé! Era clavadito a un lehendakari, oigan. Dos años, ocho meses y ciento y la madre de asesores después, consiguió ser, siquiera efimeramente, lo que dice su tarjeta de visita. ¿Se repetirá? Hombre, Iñigo Martínez ha marcado dos goles desde su propio campo en apenas un mes. ¿No podemos esperar que pasado mañana López le diga a Basagoiti que se meta sus enmiendas por donde le quepan o que le mande cerrar la bocaza a Blanco? Por soñar…