Las polémicas más estúpidas contienen también una moraleja y, mirando al trasluz, un retrato bastante preciso de una sociedad y de un momento. Fíjense en la penúltima, originada por la publicación de un reportaje en la revista Paris Match —¡oh la la!— sobre la vida burguesota que lleva el ministro griego de Finanzas y ya icono mundial fashion-revolucionario, Yanis Varoufakis. Mesa bien repleta de delicias varias, vino blanco (por lo visto) de marca, en la terraza de su queli con la Acrópolis de fondo, y para rematar, en actitud recíprocamente cariñosa con una señora que (como poco) le empata en atractivo. Qué más provocación quiere la derechona tiñosa y resentida que pillar al apóstol de los pobres refocilándose en la molicie suntuosa de los malvados capitalistas. Le faltó tiempo al ultramonte diestro para echarse al ídem en las redes sociales a denunciar el flagrante acto de fariseísmo. El diario ABC redondeó el rasgado de vestiduras en una portada memorable bajo el encabezado “Así vive el populismo”.
Patético, en efecto. Pero no menos que el espectáculo en la contraparte progresí, que salió en tromba a defender a su ídolo con el argumentario de rigor. Que si los fachas quieren que los de izquierdas vivan en la miseria y estén amargados, y parecidos blablablás victimistas. Mejor no pensar qué tipo de comentarios se habrían dado si el de las fotos hubiera sido, pongamos, Montoro. En la era de la imagen conviene pensarse dos veces ciertas propuestas. Y la de este reportaje era claramente para haber dicho que no, como ha reconocido el propio Varoufakis dejando fatal a sus aguerridos valedores.