Ahora se dice que era un secreto a voces. Lo cierto, sin embargo, es que hasta que lo escuchamos de sus propios labios anteayer, no estaba tan claro que Idoia Mendia fuera a dar un paso a un lado como secretaria general del PSE-EE. Seguramente, su círculo íntimo estaba al corriente, pero puedo dar fe de que personas a las que se puede considerar cercanas mantenían la incógnita muy pocas horas antes del anuncio de su decisión. Puesto que el rumor se había instalado, eso sí que es verdad, casi todo indicaba que había optado por favorecer una nueva etapa, como así ha sido. Y si hay que poner nombre propio a ese tiempo por venir, nadie duda de que es el de Eneko Andueza, que lleva ya unos años fogueándose en el ruedo político vasco, una metáfora que le es muy propia al eibartarra.
En cuanto a Mendia, la despedida es solo a medias. Quedan tres años de legislatura y seguirá como vicelehendakari segunda y titular de Trabajo, una de las carteras más potentes del gobierno de coalición. Se producirá, por tanto, una suerte de la bicefalia que es seña de identidad de sus socio. En cuanto al partido, podrá presumir de una hoja de servicio más que estimable. No hay que olvidar que cuando Patxi López le cedió las riendas tras el batacazo que lo sacó de Ajuria Enea, todo apuntaba a una caída libre. La irrupción de Podemos no mucho después pareció ser un anticipo de extrema unción. Pero nunca hay que dar por muertos ni al PSE ni a su matriz, el PSOE. La recomposición de puentes con el PNV cuando parecía imposible. y, a partir de de 2019, el efecto Sánchez devolvieron el brío a las siglas históricas. Hay que reconocer el mérito.