Hoy toca foto de familia (no demasiado bien avenida) en Salamanca, que como reza el dicho referido a su universidad, no presta lo que la naturaleza no da. Veremos ahí a Pedro Sánchez-Profidén sonriendo junto a lo que él considera sus vasallos locales. No sé si antes o después de los flashes se habrá producido el presunto acontecimiento nuclear, la conferencia de presidentes, que escribo en minúsculas porque no creo que merezca más un ringorrango que consiste en una sucesión de monólogos celéricos —el tiempo es limitado— abiertos y cerrados por la bendición condescendiente del citado inquilino de Moncloa. Cuentan las crónicas redactadas con abundancia de aspavientos que muchos de los citados están que se suben por las paredes porque en la antevíspera, a cambio de su presencia en el sarao, el lehendakari Iñigo Urkullu obligó a Sánchez a convocar la Comisión Mixta del Concierto. A los lectores de la demarcación autonómica les digo que esa, la de ayer, es la única reunión que importa. De ella salieron decisiones que harán un poco más llevadera la lucha contra la crisis económica de la pandemia. Ojo, que no es ninguna prebenda como claman los tiñosos de costumbre, sino la aplicación de las normas vigentes. Y a quienes lean esto en la comunidad foral les insto a ver la diferencia. Todo lo que consiguió Urkullu le pertenece por derecho a Nafarroa. Se comprende que la militancia de María Chivite le obliga a fichar sin rechistar en la capital castellana cuando su superior jerárquico en el partido firma la convocatoria. Pero lo cortés no quita lo valiente y la presidenta debería reclamar lo que es de sus administrados.