Ahora mismo los valores más firmes del PSOE están sentados en los escaños azules del Congreso de los diputados. La pitonisa Báñez, el sacamuelas Montoro, el chiripitifláutico Wert y el resto de los apandadores marianos se hacen una oposición a sí mismos que jamás podrán imitar ni remotamente Pérez Rubalcaba, Soraya Rodríguez o Elena Valenciano. Ni en sus sueños más calenturientos podía el PP imaginar que iba a tener enfrente unos rivales tan escuchimizados ni que, para colmo, gastarían las poquitas fuerzas que les quedan atizándose entre ellos y luego fingiendo que todo va como la seda.
¿Hasta cuándo durará este drama disfrazado de comedia bufa? Por lo visto en la última Ejecutiva Federal, tiene pinta de que va para largo. De entre todas las estrategias posibles para detener la impúdica y patética descomposición a ojos del mundo entero, los herederos de Pablo Iglesias parecen haberse decantado por la que hicieron célebre los ex-tortolitos Cachuli y Pantoja: “Tú saca dientes, que les jode”. Y así salieron de lo que debió de ser una reunión parecida a la boda del otro día en el Hotel Londres de Donostia, mostrando a las cámaras una sonrisa Profidén y vendiendo la incomprable moto del cierre de filas y el respaldo a la búlgara de los actuales dirigentes. Para nota, el carismático Patxi López declarando ante el racimo de alcachofas correspondiente que su partido no tiene ningún problema de liderazgo. Alguien debería pasarle las encuestas en las que nueve de cada diez votantes expresan su desconfianza por Alfredo el de Solares.
Es de manual que el primer paso para solucionar un problema es reconocer que se tiene. Salvo dos o tres que, por lo demás, se callan en cuanto les chistan, nadie en el partido parece dispuesto a admitir que la fragata se va a pique. También es verdad que aunque se hunda del todo, los experimentados supervivientes que van en el puente de mando resultarán ilesos.