Armeria Euscadiensis, la flor que nace solo en nuestro litoral, (¡y es preciosa!)

Dar un paseo por nuestras abruptas costas de acantilados rocosos y grandes pendientes es siempre una maravilla. Pero si además lo hacemos ahora, es un autentico placer para los sentidos. Brezales, tojos de amarillo intenso y todo tipo de flores primaverales. La alta salinidad, los terrenos rocosos y los fuertes vientos moldean la geografía y también el paisaje de nuestro litoral. Un litoral muy sensible a la actividad humana y que es imprescindible que conservemos y mimemos.

Paisaje desde los acantilados de la costa de Bizkaia estos días de primavera.

Los brezales son un tesoro debido a su singularidad. El tojo de color amarillo intenso, oriundo de las costas cantábricas está ahora espectacular, bien enraizado y fuerte. Esta planta se adapta muy bien a este tipo de suelo y es muy resistente. Tanto es así que en otros lugares, donde no es natural, se ha convertido en un auténtico problema.

Entre las flores de nuestro litoral, existe una, que sin duda, es la más especial (con permiso del resto). Se trata de la Armeria Euscadiensis. Es una planta autóctona de entre quince y cincuenta centímetros de altura con un tallo alto y largo, por lo que sus bonitos pétalos de color rosáceo sobresalen y la convierten en una flor bella y esbelta. Pero además, no solo sobresale en belleza, también es una flor única en el mundo.

Espectacular foto de Juankar Andrés del blog «Entre alpinas y marinas»

Os invito a echar un vistazo al blog de Juankar And´res, amante de la naturaleza, «Entre alpinas y marinas», donde tiene un sin fin de fotos, como esta de nuestras cuatro bellas flores. Y es que la Armeria Euscadiensis es totalmente endémica y en ocasiones difícil de ver. Se puede confundir con la Armeria Pubinervis, pero la Euscadiensis a diferencia de otras de la familia, nace exclusivamente aquí, en Euskadi. La podemos encontrar en Gorliz, en la Reserva del Urdaibai, Cabo Matxitxako, Getaria o Donosti.

Es extraordinariamente bonita y única, necesita para vivir unas condiciones muy exactas que solo se dan en nuestras costas de acantilados silíceos y aromas del mar cantábrico. Lo que hace que sea una especie en grave peligro de extinción, por lo que hay que intentar no tocarla, ni perturbarla. Existen muy pocos ejemplares. Es otra de nuestras singularidades, que merece la pena conservar. Así que si os topáis con ella, ¡mucho cuidado! Se trata de una flor muy vulnerable que debemos de mimar.

Su historia es también peculiar, donosticity.org recoge entre sus páginas que es una flor de muy reciente catalogación, no se tenía constancia de que existiera, ”los botánicos encontraron la 1ª muestra en San Sebastián el 10 de Junio de 1965, en Urgull cerca del puerto, al este de la bahía, en una cornisa de rocas calizas. El 4 de mayo de 1973 vieron otro ejemplar en los acantilados de Jaizkibel. Actualmente se pueden encontrar una 20ª poblaciones con abundantes flores. El 16-5-74 Vivant y Donabille identificaron otra planta en el cabo de Higer, al oeste del faro. Y es en el año 1976 cuando la denominan ARMERIA EUSCADIENSIS, en deferencia por haberla encontrado en Euskadi , nos cuentan desde esta web. Es asombroso que lleve tan poco tiempo apareciendo en los libros de botánica.

Atesoramos un litoral que es una auténtica maravilla.

El otoño se despierta en la naturaleza

El otoño ya está aquí. Quizás sea en este comienzo del año cuando más poéticos e íntimos nos ponemos. Y es que cuando hablamos de la primavera se nos llena la boca de palabras como perfume, flores, alegría. El verano nos transporta a la playa, nos recuerda al sol, al bullicio de las terrazas. Y aunque el invierno sea otra estación de lluvia, nieve y frío, también es cierto que es momento de fiesta y alegría. Así que únicamente nos queda el otoño para la verdadera inspiración y momentos introspectivos, a la vez que melancólicos. También es cierto que el choque entre agosto y septiembre es enorme. Quizás sea hasta sano y normal sentir cierto desasosiego. Es un cambio importante que se produce en muy poco tiempo.

Atardecer en Getxo

Hay signos inequívocos de que aun sin mirar el calendario, nos descubren que ha llegado la tercera estación del año a nuestras vidas. Imposible no hablar de las hojas y sus tonalidades marrones. Es una señal muy clásica, pero a la vez de las más bonitas, por no decir, la más bonita. Todos los años nos enamoramos de las mil y una tonalidades de los árboles, tonos marrones, ocres, cobrizos.

Y por cierto, exceptuando casos necesarios, sigo sin entender que haya a personas que les pueda molestar las hojas caídas en el suelo. Son una hermosura y además crean un entorno perfecto para el desarrollo de la vida natural.

El comienzo de este otoño está siendo algo seco y la naturaleza se encuentra algo extraña pero ya se pueden ver arboles pintados de tonos otoñales en muchos puntos de nuestro territorio. Hierba cubierta de hojas caídas.

La flor más bonita del otoño

Y aunque el terreno este poco húmedo, han salido ya algunas flores de otoño como el resplandeciente y precioso “Colchicum autumnale” también conocido como Colquico, Narciso de Otoño o Azafrán Silvestre. Lo cierto es que vimos pocas flores, eran escasas y dispersas. Pero eso no le quitó belleza a las pocas que conseguimos vislumbrar.

A pesar de ser familia del azafrán de cultivo, esta bella flor tiene algo de toxicidad, por lo que el ganado no la come y así es más fácil encontrarla. Además de porque llama muchísimo la atención su color. Esta especie consigue unas tonalidades lilas increíbles a pesar de estar en otoño. Resalta entre el verde de los campos. La podemos encontrar sobre todo en los pastos de alta montaña y a los bordes de los caminos de altitud.

Sus hojas se mantienen durante todo el otoño, incluso en invierno, para morir en primavera, momento en que comenzará su letargo. Y es sin duda, también una de las señales más bonitas del comienzo del otoño.

Otra señal inequívoca es, desde luego, la falta de luz solar. Se hace el día más corto y nos recogemos antes en nuestros hogares,…. A no ser que nos pongamos las botas de monte, nos hagamos con una cesta y una makila y nos vayamos a pasar el día al monte para ir a por setas! No podía faltar otra de las imágenes típicas de esta estación, ¿verdad?