El partido estuvo falto de ritmo, de compenetración, plagado de contínuos errores y cansancio por parte de los jugadores. El bostezante choque se decidió a los penaltys. Como decía Napoleón «mi grandeza no reside en no haberme caído nunca, sino en haberme levantado siempre». Los jugadores de la tricolor, al menos, tuvieron la grandeza de reponerse del gol corso y ganar en los penaltys.